Me gusta patear cada barrio de la ciudad, pues cada uno tiene sus peculiaridades y su encanto, su Historia, e historias, su particular día a día.
Pasear el barrio de San Lorenzo es como salir de la ciudad para disfrutar de todo lo bueno que un pueblo puede ofrecer, pues, además de cercano, es barrio acogedor, emprendedor, industrioso, hortelano, unido, que aquí sí pueden decir que su unión hace su fuerza…, y todo en derredor de su iglesia parroquial, románico-mudéjar del siglo XII, Monumento Nacional desde 1931, que da nombre al barrio, enclavada en la más bonita y típica plaza, Plaza Mayor del pueblo, la Plaza de San Lorenzo, y donde, parejo a este alimento espiritual, ‘Casa Paco’ se encarga del más prosaico buen yantar y beber.
Además del segoviano Eresma, que lo cruza, tiene su propio río, el Cigüenuela, al que el ‘tío pintao’ recibe como embajador del barrio. También, como cualquier pueblo que se precie de conservar tradiciones, tiene su pilón siempre dispuesto a bautizar a mozos y mozas primerizos en sus fiestas. Pero éste, como pilón de autor, tiene una placa dedicada al personaje deportivo del barrio, Félix Martín Guijarro ‘El Botas’.
Y hablando de fiestas, compite y gana a las de la capital, pues San Lorenzo nunca canta el ‘pobre de mí’, ya que empalma evento festivo con evento
Y hablando de fiestas, compite y gana a las de la capital, pues San Lorenzo nunca canta el ‘pobre de mí’, ya que empalma evento festivo con evento, que si en Navidad es el barrio que planta árbol adornado con los trabajos escolares de su CEIP ‘Martín Chico’ y belén monumental, en febrero tiene sus ‘águedas’ que no desdicen de las de Interés Turístico Nacional del pueblo de Zamarramala, y su matanza popular, en marzo brillante carnaval, y en abril prepara su aportación a la Semana Santa segoviana, ya de Interés Turístico Nacional, subiendo por el Acueducto el sobrecogedor paso de la Oración del Huerto, ¡qué propio de barrio hortelano! con largas filas de cofrades ataviados de la tradicional capa parda castellana, de la Comunidad de Regantes de la Cacera de San Lorenzo…, y celebra su concurrido, popular y populoso, ‘Mercado del Arrabal’, y sus jornadas de ‘música en el atrio‘, y ya en agosto sus fiestas patronales con la feria taurina que presta a la ciudad que, a pesar de tener coso bicentenario, no cuenta feria taurina, tal vez porque cada vez que se anuncia esporádico evento taurino llueve, supliendo este anuncio a las eficaces ‘mojadas’ de los tres hermanos santos segovianos en años de sequía.
Y todo esta panoplia de actividades se dan merced a la unión de todos los vecinos, su sentido de barrio al que contribuyen y disfrutan en forma de mogollón de peñas: Los Tronchos, La Berza, El Porrón, La Traición, El Clan, Akelarre, Los Insaciables…
No faltan en sus fiestas patronales el pregón, actividad que en varios de la ciudad he tenido el honor de dar, por lo que bien sé de su emoción, chupinazo de su ‘función’, no faltando el buen yantar segoviano en forma de paellas, judiada, tortillada, macarronada, caldereta…, fiesta de la espuma, juegos autóctonos, hasta lanzadera acuática toda una calle, pero su núcleo festivo son la solemne procesión con un recorrido de hora y media de ininterrumpidas jotas en honor del santo titular, y sus populares encierros diurnos y nocturnos, rematados por novilladas, concursos de recortes y suelta de vaquillas; ya en octubre celebran ‘La Fiesta del Vecino‘, en la que distinguen a entidades o personas entregadas al servicio del barrio: el CEIP ‘Martín Chico’, Agustín Muñoz, Jesús Mª Villoslada, Pablo Caballero, o mi primo José Enrique Canales, conocido como “el hombre que nunca dice no”…, así como recuerdan nombres del arte o el deporte como el folclorista Mariano Contreras ‘El Obispo’, o al atleta olímpico Agustín Fernández Díaz-Pavón, incluso a la mujer trabajadora en general, con su monumento a las lavanderas que antaño lavaban en el río. Lástima que la pandemia haya frenado tanta actividad.
Pero es que este barrio, con trapío de pueblo, además de su contagiosa alegría, que debería rezar en sus entradas ‘Aquí está prohibido aburrirse’, es barrio industrioso en que antaño proliferaban fábricas y talleres, y en la actualidad es sede de los municipales del vidrio, la piedra, telar, restauración de obras de arte…, instalados a la vera del Eresma. También acoge la ‘Senda de los Molinos’, de harina, papel o borra, y el antiguo eremitorio de cuya proliferación de templos, permanecen el Convento de San Vicente el Real, conocido como ‘casa de los cien tejados’, el de Santa Cruz la Real, hoy sede universitaria, o el Monasterio de El Parral, último vestigio mundial de la Orden Jerónima.
Tras esta breve presentación del activo, alegre, participativo y siempre sorprendente barrio de San Lorenzo, diré que su visita por el viajero que desee conocer Segovia y su paisanaje es obligada, y nunca saldrá decepcionado, y lo digo por experiencia, pues cuando bajo con viajeros amigos quedan sorprendidos del barrio progresista y con tanta vida, maridado con su tipismo y sus tradiciones.
