El acuerdo de la Junta General de regantes de renunciar al mantenimiento de la Cacera de San Lorenzo ha puesto de nuevo el acento en el riesgo que corre la permanencia de esta secular infraestructura hídrica que ha servido para el riego de las huertas que han contribuido a generar un valioso y peculiar paisaje natural en el arrabal de la ciudad. El grito de socorro que esta decisión simboliza sobre el futuro de la cacera ha sido escuchado por el Ayuntamiento, que expresa su compromiso de seguir defendiendo el uso ancestral de la acequia por los regantes, así como de establecer figuras legales de protección que puedan poner en valor su riqueza histórica, patrimonial y medioambiental.
La concejala de Urbanismo, Clara Martín, recuerda que el Ayuntamiento presentó en diciembre del pasado año una serie de alegaciones al Plan Hidrológico de la Confederación Hidrográfica del Duero en las que se solicitaba la reversión de la pérdida de la concesión de la comunidad de regantes y el visto bueno a su solicitud de renovación presentada en 2016; pero las alegaciones todavía no han sido resueltas por el organismo de cuenca.
En paralelo, el equipo de Gobierno ha trabajado para valorar la cacera como elemento vertebrador del denominado ‘Paraje Pintoresco de Arboledas, Alamedas y Huertas de la ciudad de Segovia’, que fue declarado BIC por el Decreto de 11 de abril de 1947, de cuya declaración se cumple este año el 75 aniversario. En este sentido, Martín señala que la conservación del uso de la cacera “es prioritario, porque si no se mantiene, se pierde el valor del paisaje en ese entorno”, y expresó la intención de incluir la difusión y el conocimiento de esta zona en una de las partidas del Plan Estatal de Sostenibilidad Turística, al que el Ayuntamiento volverá a concurrir para conseguir fondos económicos.
La protección de este entorno ocupa y preocupa al Ayuntamiento, y Clara Martín expresó su deseo de que la nueva ley regional de Patrimonio aún en fase de estudio y debate pueda reforzarlo, ya que en su articulado se contempla la figura de ‘paisaje cultural’ –asimilable a la del paraje pintoresco, y que extiende su cuidado a todos los elementos naturales y culturales de forma expresa.
En cuanto al mantenimiento de la cacera, si la Junta de Regantes cesa en esta actividad “tendrá que hacerlo el Ayuntamiento”, tal y como explicó la concejala, porque “hay una serie de infraestructuras que tienen que seguir funcionando e intervenciones que ya se han hecho para mejorar las condiciones de la cacera.
Para ello, apunta la posibilidad de poder realizar una derivación del abastecimiento ordinario de agua a la ciudad para la cacera de regantes “siempre y cuando no comprometa el consumo humano”, con el fin de mantener el caudal de riego, así como otras medidas en el control de uso, circunscribiéndolo de forma expresa al riego de las huertas.
Todo ello, a la espera de que la CHD resuelva la solicitud de la comunidad de regantes para renovar la concesión, circunstancia que aún no se ha producido y que ha sido el motivo de la decisión de la junta, para evitar la posibilidad de incurrir en un delito ecológico por el uso no autorizado del caudal. “Estamos en contacto con la confederación para que den una respuesta a la petición, y en caso de que sea denegada, que expliquen el porqué”, señaló Martín.
El valor de una acequia secular
La Real Cacera de Regantes toma el agua del primer azud del río Eresma por encima del Puente de la Fábrica de Loza. Discurre por el barrio de San Lorenzo dividiéndose, a lo largo del recorrido, en tres tramos, uno bajo la calle San Vicente el Real, otro que sale por la calle Cardenal Zúñiga donde a su vez parte un ramal hacia la calle Echarpiedra, y un tercero que baja por la calle de los Molinos.
Las noticias documentadas más antiguas que se tienen sobre esta red se remontan al siglo XV, en concreto, al año 1.441, cuando el cabildo de los herederos de los huertos que antiguamente (regaba) el agua que sale de Eresma se reúnen para dotarse de nuevas Ordenanzas, basándose en «un libro viejo antiguo» debido a que se habían producido graves altercados entre los regantes por el reparto del agua.
Hasta el siglo XX la cacera también abastecía agua corriente a la única fuente del barrio de San Lorenzo, la situada junto al puente, y los regantes tenían la obligación de mantenerla limpia. En 1980, la Comunidad de Regantes que mantiene la producción de las huertas cumpliendo así las ordenanzas y reglamentos de la Cacera, se inscribe en el Registro de la Propiedad de Segovia.
