¡Las vacas del pueblo ya se han’escapau’….! Composición musical que las bandas populares, tanto en Tudela, donde nació, como en lugares donde acuden las ‘charangas’, alegran el día al personal en conciertos populares y las fiestas de todo espacio que no se quede solo en el sermón. Es lo que se lleva en este fresquito verano (¡Ja, ja!).
Puede que no tenga relación ‘autonómica’ alguna lo escrito anteriormente con lo que llega ahora. Por más que hay caminos que se entrecruzan de forma tal que vaya usted a saber. Así, que sea quien leyere quien dirija la ‘función’.
¿Qué sabe usted del Molino de Los Hoyos? Dicen, los que conocen la historia del citado, que probablemente fue construido en 1450. Su situación ‘geográfica’ lo pone en el ‘camino’ del Canal del Acueducto, territorio de Revenga, barrio de la ciudad de Segovia, y a unos ocho kilómetros de la capital de la provincia. Que desde su construcción hasta su final –pues final y no deseado ha tenido-, formaron parte del molino no menos de quince propietarios, incluidos entre ellos el Hospital de la Misericordia, la familia Contreras, el Estado, el Ayuntamiento de la ciudad…

De un periódico de la época, ‘El Diario de Avisos’ donde encontré la siguiente noticia: ‘La Ciudad, compra el Molino de los Hoyos por 6.000 pesetas. Se sitúa el referido sobre la cacera que surte de agua al Acueducto y que este traslada a la capital.’ En la noticia había poca ‘chicha’. Era escueta y, quizás por ello, se quedaba corta (¡je, je!). Busqué para ampliarla. Así me pude enterar de los diferentes entresijos que en el paso de los tiempos llevaron, año 1896, a quedarse con la propiedad del molino al arquitecto Joaquín Odriozola Grimaud, que se lo había adquirido (comprado), a Ildefonso Gila Sanz en el justiprecio de 6.350 pesetas.
¿Para qué quería Odriozola el recinto? No existe contestación expresa. La que más se ‘trabajó’ en los corrillos (mentideros hoy), es que hizo de intermediario para que el Ayuntamiento, donde él trabajaba, fuera propietario, dado que, al parecer, en varias ocasiones anteriores lo intentó la institución sin conseguirlo.
Otro dato: Odriozola lo adquirió por 6.350 pesetas y lo vendió –como quedó reflejado en el documento de compra/venta- al ayuntamiento por 6.000. Por ganar dinero, claro queda, no fue. El Ayuntamiento lo quería, salvo mejor versión, para solucionar, entonces, los problemas de agua a la ciudad (1).
Todo lo descrito nos lleva a pensar que Odriozola, con un trabajo intenso y efectivo a través de los años de servicio en el Ayuntamiento, prestó uno más a la Corporación y por extensión a Segovia.

La propuesta de adquisición se aprobó siendo alcalde el médico, Eulogio Martín Higuera. La de la adquisición está firmada, Julio 1897, por Mariano Villa, siguiente mandatario en el Ayuntamiento, al que sucedió, agosto de ese mismo año, Mariano Sáez. Abogado y escritor.
Final. El referido molino se encuentra en ruina total. Trece años lo mantuvo vivo el Ayuntamiento para los descritos fines. Ahora… ahora solo son cuatro piedras.
Será, o así, porque la vida pasa y los años ‘destruyen’.
Ladrón que sabía el oficio
Verano de 1892, en Valencia es detenido el segoviano, de Cabezuela, Miguel Pastor. Contaba con 26 años y que acumulaba muchas y diferentes denuncias por robo. En el momento de su detención la policía le requisó 57 duros, un revolver y un puñal. En su declaración admitió que eran también suyos 140 duros, que guardaba una mujer vecina de Valencia. Este dinero procedía de un robo de 6.000 reales llevado a cabo en la casa de un tratante en Cantalejo. Robo que, confesó ‘fue realizado a mano armada’. Acabada su declaración le pusieron en orden su ‘derechos’ y le condujeron a prisión.
La siega de antes
La noticia la publicó ‘El Adelantado’, periódico, entonces, de los Ochoa, en julio de 1897. ‘Colisión habida en El Espinar entre jornaleros de la localidad y una cuadrilla de segadores gallegos. Los espinariegos no querían que trabajaran en la localidad los ‘visitantes’ pues con su presencia impedían negociar a los de ‘casa’ alza de los jornales en la Villa. Con diálogo no fue suficiente, intervino la Guardia Civil en la contienda y detuvo a los diez contendientes de la colisión’.

Adenda.- Para dejar constancia por ser sabido y conocido, que en la siega de antes, Hoz en mano derecha, Zoqueta (2) (como su nombre indica) en izquierda, la sensible espalda se resentía, incluso, entre los más fuertes segadores antes, algunos mucho antes, de acabar las obradas contratadas ¡Y nada les cuento si era recogida de garbanzos a punta de Hoz, donde había que inclinar el lomo hasta casi rozar la tierra! Ahora… ahora es otro ‘cantar: ‘ya todo aquello pasó, todo quedó en el olvido…’ Mientras, la cosechadora surca los surcos, recoge la mies, empaqueta la paja… El de la cabina, ‘tocando los mandos’ con un par de dedos, logra el ‘milagro’ de dejar vacía la tierra en un ‘santiamén’.
En esas ‘cosas’ de la siega, también en la sembradura, sí, se ha ganado, y se ganará mas con la llegada, que llegarán, de nuevas innovaciones técnicas. Entre otras muchas razones, para bien de las espaldas.
==========
(1) Quienes deseen ampliar el tema descrito, puede hacerlo a través de la extraordinaria colección de ‘Estudios Segovianos’ que edita nuestra, por ciudadana, Academia de Historia y Arte de San Quirce. Año 2023, tomo 122. Con texto de Isabel Álvarez, Alberto Herreras y Andrés Diez, unidos en un trabajo prolijo en datos y detalles.
(2) ‘Pieza de madera, a modo de guante, con que el segador resguarda de los cortes de la hoz los dedos meñique, anular y corazón de la mano izquierda’ (RAE).
