La defensa del hombre de 29 años que está acusado de matar a su casera de 52 puñaladas en marzo de 2020 en León, en pleno confinamiento por la pandemia del covid, ha precisado este lunes que se trastornó y perdió los nervios al saber que la víctima pretendía echarle de la vivienda por falta de pago y verse en la calle con su mujer y sus dos hijos.
Así ha explicado los hechos en la apertura del juicio la letrada que asiste al acusado, puesto que este se ha negado a responder a las preguntas de las partes, incluso a las de su abogada, que ha recalcado que su cliente “es una persona normal que en un momento determinado se vio superado por los acontecimientos” y ha precisado que “es algo que le puede pasar a cualquiera”.
Antes de negarse a declarar el acusado se ha reafirmado en lo manifestado durante la instrucción, cuando admitió que había cometido el crimen, si bien precisó que solo recordaba que había asestado a la víctima dos puñaladas.
Frente a lo expuesto por la defensa, la fiscalía y las tres acusaciones particulares, que representan a los dos hijos y a la pareja de la víctima, han remarcado que el acusado planificó el crimen cuando supo que su casera pretendía echarle al no abonar la renta.
Además, han coincidido en que causó a la víctima un dolor “innecesario y horrible” como demuestra que 19 de las puñaladas que recibió se las asestara cuando todavía estaba viva, lo que a su juicio es una muestra inequívoca del ensañamiento con el que actuó el acusado.
Junto al delito de asesinato, el acusado está siendo juzgado por otro de hurto ya que supuestamente se llevó 3.000 euros de la casa, aunque dejó billetes por valor de otros 2.000 euros esparcidos sobre la cama de la habitación donde se cometió el crimen.
El fiscal ha sostenido que el 24 de marzo de 2020 el acusado fue a hablar con su casera, que vivía en el piso de abajo, provisto de una navaja con la intención de cometer el crimen para evitar el desahucio.
Según el fiscal, tras cometer el crimen y llevarse los 3.000 euros de la vivienda de su casera volvió a su casa se ducho y de deshizo de la ropa que llevaba y de la navaja, que no ha sido encontrada.
Aunque desde el principio la Policía le consideró el principal sospechoso su detención no fue posible hasta dos años después gracias a unas muestras de su ADN halladas en el escenario del crimen.
La fiscalía ha subrayado que durante los dos años que duraron las investigaciones el acusado siempre ofreció una versión exculpatoria y trató de aportar pistas falsas.
Entre lágrimas y con la voz entrecortada, el hijo mayor de la víctima ha evocado el dantesco escenario que se encontró. “No sabíamos nada de mi madre y fui al piso y el entrar vi una mancha de sangre en el pasillo y me puse muy nervioso y el llegar a la habitación la encontré alrededor de un charco de sangre enorme con ojos los abiertos y un agujero en el pómulo”.
