Es un melómano. Aunque “muy exquisito”. No se conforma con cualquier género. Ni con cualquier artista. Es de los que se decantan por la música menos comercial. Aquella que no está bajo el radar. Que no es mediática. Pero que sí ocupa amplios espacios en medios especializados. En Segovia no había nada de esto. Tan solo conciertos “puntuales” organizados por los ayuntamientos o con algún promotor detrás. Víctor Sanz echaba en falta un festival de blues, pop o rock, más allá de los grupos de moda del momento. No esperó a que nadie introdujera cambios en el panorama musical segoviano. Lo hizo él mismo: es el fundador del WIC, un ciclo de conciertos que cuenta con grupos independientes que están “despuntando”.
Le gusta la cultura ‘underground’. Es decir, la contracultura. La alternativa. Esto le dio el impulso para crear él solo el festival. Contacta con las agencias o discográficas de sus grupos favoritos. Se “busca la vida”. Se autofinancia. No quiere contar con ninguna ayuda pública ni privada. La música es cultura. Se opone a que tras ella haya intereses políticos o económicos ocultos. Entiende esta disciplina como algo “más profundo”. Lo único que pide es que le faciliten los espacios y la organización de eventos. Para Sanz, esto podría ser “una maravilla” para Segovia. Tiene pensado hacer “algo más gordo”. Pide al Ayuntamiento apoyo logístico.
Organiza el WIC desde hace 12 años. El segoviano ha logrado que el festival sea internacional. Trae bandas de Estados Unidos, Inglaterra e incluso Australia. El proyecto crece cada año. Tal es así, que Segovia ya se ha convertido en una parada obligatoria para ciertos grupos de blues, rock o soul. Este año lo “ha notado” especialmente, al poder traer a bandas con una “calidad increíble”. Así da a los segovianos la oportunidad de descubrir otros géneros. A estos parece gustarles. O, al menos, así lo demuestra la afluencia de público que acude a los conciertos.
No es el único festival que hay en Segovia. Pero Sanz considera que este tiene algo que lo hace diferente: está hecho desde el “cariño”. No puede ser cualquiera un “grupo WIC”. Exige que cumplan ciertos requisitos: entre ellos, actitud y letras que lleguen al público.
Su festival no tiene fechas cerradas. “Estamos a expensas de cuándo pasan los grupos por Segovia”, explica. No obstante, suele comenzar a principios de octubre y acaba en mayo. Este año, tiene colaboraciones con el Ayuntamiento para traer a algunos grupos.
En su historia hay algo curioso: su profesión es bien distinta de la que es de verdad su pasión. Tiene una empresa familiar de agricultura en Navalmanzano. La suya es la tercera generación. Lo lleva en la sangre. Estudió Marketing para darle un impulso al negocio. Lo cierto es que es un amante de la música. Reconoce que con esto “no te puedes ganar la vida”. Pero vio que en su ciudad no había lo que a él le gustaba. Y buscó una solución.
Al ser un proyecto independiente y autofinanciado, el mantenimiento del festival no es sencillo. “Se trata de hacer unos números que sabes que no te van a salir”, cuenta. Pero no está dispuesto a darse por vencido: mantiene el WIC para seguir alimentando a la música en Segovia. De esta forma, tiene la oportunidad de conocer a las bandas que le gustan. Come con ellos. Y les enseña su ciudad. Es “puro fanatismo”, dice. Esto lo considera su vicio. Es así como da un impulso a la cultura más independiente.
