Por todos es conocido que los romanos fueron la primera gran civilización en ocupar toda España y, por ende, lo que hoy es Segovia. Y también, como bien nos recuerda siempre la imponente presencia del Acueducto, su influencia aquí fue determinante para el curso de su historia. Después, visigodos, musulmanes, judíos y los posteriores reinos cristianos terminaron de dar forma a esta tierra a la que bien se la suele denominar como ‘crisol de culturas’. Pero menos conocido por el público es qué había antes de todo esto. Es decir, quiénes habitaban las tierras de Segovia cuando Roma decidió añadirlas a su vasto territorio.
Y si hay alguien indicado para responder a esta pregunta es Fernando López Ambite, doctor en Geografía e Historia y profesor jubilado del IES Andrés Laguna. No solo está especializado en la prehistoria, sino que ha participado como colaborador o director en diversas excavaciones arqueológicas en Soria, Cuenca, Almería, Badajoz, Gerona, Francia, Alemania… y, por supuesto, Segovia. Aquí ha trabajado en Los Sampedros y Los Algarrobales de San Miguel de Bernuy, en el cerro Somosierra de Sepúlveda, en la iglesia de la Santísima Trinidad de Segovia, en Los Azafranales y en las Pizarras de Coca y en trabajos de prospección arqueológica en la zona de Duratón, del Riaza Aguisejo, la Serrezuela y la zona noroeste de la provincia.
Es por ello que la Asociación Amigos del Patrimonio de Segovia ha querido que Fernando López nos hable sobre estos pueblos prerrománicos a través de una conferencia dentro del ciclo ‘Segovianos que hablan de Segovia’. Una cita que, bajo el nombre de ‘Segovia durante la conquista romana’, tendrá lugar hoy lunes, 26 de mayo, a las 19.30 horas en el Museo Esteban Vicente y que resultará imperdible para todos aquellos interesados en ese periodo histórico. Aunque, previamente, El Adelantado ha podido hablar con el doctor para que nos dé algunas pinceladas sobre lo que hablará en dicha conferencia.

ARÉVACOS, VACCEOS Y VETTONES
Aunque pocas certezas hay de cómo era Segovia antes de que llegaran los romanos, los datos aportados por la arqueología y enriquecidos por las fuentes de los propios conquistadores nos permiten conocer a los pueblos que antes habitaban aquí a finales de la Edad de Hierro (siglo III a.C.). Estos eran, principalmente, tres: “Estaban los arévacos, un pueblo celtíbero de la ciudad de Numancia, los vacceos, que habitaban en la zona de Coca, y los vettones, en lo que hoy sería El Espinar, según los últimos estudios realizados en el yacimiento de Canto-Los Hierros”, explica Fernando López.
Estos pueblos, lejos de ser las gentes incivilizadas y hasta casi salvajes que el imaginario suele representar, habían evolucionado a lo largo del primer milenio antes de la era desde pequeñas aldeas a castros y, posteriormente, a auténticas ciudades-estado con una organización social y política compleja: “Tenían un nivel de desarrollo muy grande desde hacía unos siglos atrás, sobre todo a partir del VI antes de Cristo, recibiendo influencias tanto del mundo Atlántico, del mundo centro-europeo y, sobre todo, del Mediterráneo, del mundo colonial, del mundo de los griegos, los fenicios y hasta de los Cartagineses. De todos ellos irían asimilando una serie de innovaciones tecnológicas e ideológicas que les permitirían desarrollarse”.
Es verdad que, en este caso, no hablamos de ciudades-estado al mismo nivel, que las polis griegas o de las grandes ciudades célticas en Europa, pero sí de ciudades relativamente importantes que “controlan un territorio, se organizan y establecen relaciones con sus vecinos (incluidos los romanos), enfrentándose o pactando con ellos”.
LA LLEGADA DE ROMA
Sin embargo, la llegada de los romanos durante la Segunda Guerra Púnica (finales del siglo III a.C.) a la Península Ibérica supone alterar la evolución de estos pueblos, aunque lo harían poco a poco: “El imperialismo romano sí pretende una expansión, pero no de una manera organizada. Su expansión n la Península Ibérica tiene mucho que ver con los intereses de los distintos generales, con las oportunidades, con las resistencias. Es una conquista un poco inconexa, por eso dura tantos años. Con Júlio César la Galia se conquistó en 20 años, pero en la Península Ibérica pasaron 200 años, pero porque no había un plan preconcebido. En todo caso, se establece una interacción entre el mundo indígena y el mundo romano que, en los primeros momentos de los siglos II y I a.C. todavía es tenue” explica el historiador.
Al final, la conquista terminaría llegando a todos los pueblos de la Península, incluyendo la zona de Segovia, donde se reaccionaría de diversa forma ante el imperialismo romano: “Algunos pueblos se sometieron, como, probablemente, la ciudad de Segovia, pactando en seguida con los romanos al pensar que la resistencia ante la impresionante maquinaria romana es un error. Pero otros se enfrentarán a ellos, como el caso de Cauca (Coca), Sepúlveda de Colenda, que resistiría durante unos ocho meses, pero terminaría siendo arrasada totalmente”.
Una vez se asienta la conquista, comenzaría el conocido proceso de romanización que desembocaría en la Hispania que todos conocemos. A partir de aquí empezarían a aparecer todo tipo de monumentos, la lengua latina y las que derivaron de ella, el derecho a través de diversas de instituciones, las religiones paganas primero y la cristiana después… Todo son herencias que vendrían de los romanos. Una herencia muy positiva que, por otro lado, no debe hacer olvidar que, por momentos, no vino de forma precisamente pacífica: “Roma ejercía su imperialismo con enorme brutalidad para someter a las poblaciones, aunque luego estas fueron aceptando sus modos de vida”.
Eso sí, en este sentido, también conviene recordar que, aunque el pueblo conquistador siempre influye más que el conquistado, la influencia también se dio al revés. Por ejemplo, nuestro calendario actual, que deriva de las guerras celtíberas.
LA LLEGADA DE ROMA
Todo este conocimiento de la era prerromana en Segovia no sería posible sin la gran riqueza arqueológica de la provincia. Aunque, por desgracia, este periodo en esta zona no ha sido objeto de gran estudio hasta épocas más recientes. Sin embargo, en los últimos años eso ha ido cambiando notablemente: “Gracias a la labor de diversas instituciones, como el Museo de Segovia, o las intervenciones urbanísticas que permiten hacer descubrimientos durante la excavación, el impulso de los últimos años es espectacular y se está haciendo una labor muy interesante y desde otros ámbitos”, se alegra Fernando López.
Segovia se está recuperando de ese abandono historiográfico de estudio y, se conoce mucho más. Aunque, claro, todavía nos falta mucho por saber: “Necesitamos muchas más excavaciones y de más extensión. Aún conocemos muy poquito de Confluenta, de San Miguel de Bermoy, del Tormejón. Aún trabajamos mucho con hipótesis, porque todavía no hay demasiados datos concretos. Pero bueno, vamos llenando huecos”.
