El Adelantado de Segovia
viernes, 21 noviembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

El aburrimiento provechoso y los almendros

por Alberto Herreros Laviña
22 de marzo de 2025
en Tribuna
Alberto Herreros Lavina
Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

El día que el Rey Alfonso XIII abatió 100 faisanes a tiros

Las justas reivindicaciones de los médicos

Luis Mester

Leo en la prensa que una empresa americana paga 10.000 € a cualquier empleado capaz de sobrevivir sin su smartphone (todo) un mes. Yo añadiría a la recompensa por el detox digital, que no tuviera contacto ni inmersión alguna en las voraces y adictivas redes sociales. De ser ese el caso, la empresa, como la banca, sabe que siempre gana, pues la nomofobia, que así se llama el enganche digital que sufren y sufrimos algunos, no se cura con un sustancioso bote.

Alcanzar la sobriedad digital, como la alcohólica, la narcótica o la ludópata, se me antoja a mí más una batalla de naturaleza personal, una lucha interior, que un pulso con un ente privado, con bolsa de por medio. La recompensa por tamaña gesta será más espiritual siempre que financiera.

Hace ya unas décadas, mi amigo Nacho y yo estábamos en aquel periodo indefinido a caballo entre una infancia que no soltábamos y una adolescencia que no acababa de asomar. ¿Vamos este sábado a la filmoteca? preguntaba uno de los dos. La respuesta estaba asegurada pues el plan era imbatible. Nos apretábamos una de Visconti, Moby Dick y alguna de Bogart o Cagney a razón de unas 20 pesetas por peli, precio asequible incluso para nuestros apolillados bolsillos.

Luego en casa, venía la pandilla fusión de amigos de mis hermanas y ahí, guitarra en mano, cantábamos por Silvio Rodríguez, Moustaki o Brel. Tanto daba. Entre cantos y risas, se nos hacía casi domingo, ¡sin un solo WhatsApp!

El tiempo sin Zuckerberg y Cía. se estiraba muchísimo. En aquellos años, leí a Cortázar, Herman Hesse, Goytisolo y todo lo que caía en mis manos. Ahora, mirando por el retrovisor es cuando alcanzo a entender por qué nos cundía tanto el tiempo,
Hoy la sociedad, enferma de intoxicación digital y exposición al mundo 3.0 parece que ha tomado conciencia y hasta bautiza el síntoma con un nombre clínico, que asuste, a ver si así nos conectamos más por la vía analógica que es la que nos aporta oxitocina y no dopamina.

A río revuelto, no faltan los oportunistas, trileros morales de turno, quienes ofrecen abrazos de bosque para «desconectar», como si ir por la vida abrazando árboles (en lugar de cortarlos) fuera a curar nuestra alma enferma. Esos mismos que se agarran a los troncos con un entusiasmo digno de mejor causa, son los que, al llegar a casa, dejan la mochila, la ropa chillona, – irreparable el daño que ha hecho Decathlon a la estética e imagen del campero – y se tumban para encender ese oscuro objeto del deseo, mientras se abandonan al onanismo digital cual quinceañeros sin su crush.

Esas horas clavándose ortigas, aprendiendo nombres de especies vegetales, penando por cuestas imposibles, son su «Ego te absolvo» y a otra, de nuestros tiempos
Algunos avezados han visto un mar azul en esa pequeña debilidad humana y venden lo que era de siempre, salir a andar al campo, como una jornada de desconexión, para conectarse con uno mismo, cual San Pablo tras caerse del caballo. Donde hay pecado y culpa, siempre hay negocio.

Hay quienes lo barnizan aún más, bautizándolo como «jornadas de crecimiento personal».
La realidad, triste e implacable es que los hay que vuelven cautivos y desarmados, lamiéndose las heridas en forma de dolor corporal y agujetas, saboreando su inminente domingo de Netflix con gotero y chaise longue medicinal. Quizás entre en Instagram un rato, porque se está quitando y hasta sea capaz de llegar hasta el bar para regalarse un buen aperitivo, que 12 kms. no es cosa menor.
Las compulsiones son a veces irrefrenables. El asunto se resolverá cuando un laboratorio vea que el negocio está en sintetizar unas pastillas que inhiban el deseo digital, y curen la nomofobia.

Yo entretanto, soy partidario de seguir abrazando a la gente a la que quiero, que ya nos perdimos demasiados abrazos en aquella pandemia y dejar el achuchón a los árboles para los demás.

No si creceré más personalmente así, que echándome en brazos de la corteza de un almendro.

Es sábado y me da por mirar en mi agenda del móvil. Aún conservo el teléfono de mi amigo Nacho. Marco su número seguro de que mi propuesta le va a interesar.  “Nacho”, le digo, “reponen en la filmoteca una de Lubitsch, ¿te animas?”
«Vaya -contesta, con una pena fingida- justo mañana he quedado para ir a una jornada de desconexión al campo»
Ego te absolvo, pienso para mí, mientras borro su número.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda