Con la decisión del Tribunal Constitucional de rechazar el recurso del PP contra varios apartados de la vigente Ley del aborto, que se viene aplicando desde hace 13 años, el Tribunal avala la actual normativa en su totalidad y despeja el camino al nuevo proyecto que, impulsado por el Gobierno, verá la luz próximamente, superado su último tramo parlamentario.
La vigente ley del aborto ofrece a la gestante, que quiere someterse a un aborto, tres días de reflexión y la entrega de una documentación en un sobre cerrado, que incluye información sobre los distintos métodos de interrupción del embarazo, centros públicos y acreditados a los que se pueda dirigir y también sobre las posibles consecuencias médicas, psicológicas y sociales de la intervención. Expertos en el tema han expresado dudas razonables, afirmando que este modo de informar no garantiza la prestación del consentimiento informado, porque no permite garantizar que la mujer haya leído los documentos, y por ello no se asegura la protección de los derechos fundamentales en conflicto. A esto se añade que la ley dice que esa misma información puede ser ofrecida “verbalmente” si así lo pide la paciente, lo que permite que no se ofrezca esa información a la mujer si no lo solicita de forma expresa. Esto cambiará.
Allanado el camino por el Tribunal Constitucional, el nuevo proyecto, que entrará en vigor en unos meses, introduce estos elementos nocivos de la nueva ley: la ausencia de información veraz sobre lo que es un aborto y sobre sus alternativas, la desaparición de los tres días de reflexión y permitir que las chicas de 16 y 17 años puedan abortar sin necesidad de permiso paterno, quienes, por otra parte, tendrán que asumir las consecuencias que para sus hijas puedan derivarse de este hecho. Es difícilmente inteligible y nada “progresista” este deseo de ocultar la verdad. Como si no fuera más importante una información veraz que posibilite salvar una vida, que ejercer un supuesto derecho.
Esta ley no defiende a la mujer. “Defender a la mujer, según Pepe Álvarez de las Asturias, es informar de las opciones y ofrecer los apoyos necesarios para que puedan, si quieren, tener a su hijo y atenderlo. Y eso no lo hacen ni las asociaciones proabortistas, ni las feministas ni, desde luego, el Estado”.
Nadie debemos erigirnos en sus jueces, ni pretender que una mujer modifique su decisión de abortar a través de coacciones, intimidación u hostigamiento. No debe ser fácil tomar la decisión de abortar. Seguro que en muchos casos supone un duro trance para estas mujeres, que podría superarse, en ocasiones, ofreciéndoles una información científica, un apoyo social, psicológico, espiritual y económico, unidos a un periodo de reflexión serena. Lo que sería de verdad una actitud progresista.
Escribiendo el artículo, me ha venido a la memoria el Manifiesto titulado “Rechazamos el aborto porque somos de izquierdas”, firmado en 2014 por personas comprometidas en 21 entidades, tanto políticas, sociales y sindicales (entre ellas CC.OO, UGT, CGT, USO…) como apostólicas (Acción Católica, Cáritas, Movimiento Cultural Cristiano, Renovación Carismática…). La iniciativa era similar a la que pusieron en marcha, en 1982, un grupo de militantes de diversas organizaciones de izquierda y decía: «No hay una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido. Es el derecho de propiedad más absoluto concebible, más allá del derecho del amo sobre el esclavo. Y es una vergüenza para la izquierda que levante la bandera de ese pretendido derecho”. De actualidad.
“Nosotros rechazamos esa postura vergonzosa de la que la izquierda, en la medida que han avanzado los conocimientos de la embriología, tiene que liberarse. No sólo somos izquierda y rechazamos el aborto, sino que lo rechazamos precisamente por serlo. El aborto es un odioso acto de violencia realizado contra los no nacidos y contra las madres. La izquierda debe hacer que el vientre de la madre sea el lugar que la naturaleza ha hecho que sea: el lugar más protegido. Y que la sociedad entera lo sea también, para la madre y para los niños, antes y después de nacer”. La izquierda, la derecha y a quien le toque gobernar en cada momento, añado yo.
