Señora directora:
Parece mentira que esta calle sea la única de acceso a nuestro querido hospital.
El relato de sus deficiencias y abandono por parte del ayuntamiento puede empezar por dónde se quiera.
La hojarasca y basura se acumula en los bordillos desde tiempo inmemorial.
La vegetación crece a través de las vallas de alambre, siendo refugio gracioso de gazapos en madrigueras y de depredadores que a veces se desorientan y pasan al parking (como un zorro que llegué a ver yo mismo). Estaremos esperando al querido lobo, o quizás al oso pardo para pasar la máquina.
Las aceras, levantados sus adoquines en gran parte de sus tramos, producen tropiezos y caídas diarios de pacientes, acompañantes y visitas (¿hasta que suceda una desgracia no se licitará su arreglo?).
Las señalizaciones de tráfico (verticales y horizontales), necesitan un repaso. Quizás sea que la inacción de la policía local, que permite a diario que se aparque en segunda o triple fila, en áreas reservadas a minusválidos o a taxis, o que se baje en dirección contraria, dificultando el acceso a urgencias en coche o a ambulancias; o quizás porque esa falta de atención sobre las señales y su visibilidad, sumada al pasotismo policial, hace que este tramo sea parte de una ciudad sin ley…
Y quizás, algún día, se pondrá una marquesina en el stop de urgencias, en el área reservada a taxis que ningún taxista utiliza ya.
Yo, que trabajo allí, estoy planteándome la posibilidad de comprarme un caballo para no desentonar con la calle: está a un paso de ser el decorado de un rodaje de western.
Y en mayo hay elecciones municipales. No lo olviden los que lean esto.
Un saludo.
Juan Antonio Hidalgo Pardos