En medio de la espiral de violencia que se ha vuelto a desatar en Egipto durante los últimos días, el Gobierno de Mohamed Mursi aprobó ayer un proyecto de ley por el que concede al Ejército poderes extraordinarios que habilitan a los militares para detener a civiles. La iniciativa también autoriza a la autoridad castrense a ayudar a la Policía a mantener el orden, es decir, que los soldados «se comportarán como una fuerza policial», aunque los arrestados serán remitidos a tribunales civiles, no militares.
La medida vio luz verde el mismo día en que cientos de manifestantes salieron a las calles de la ciudad de Suez para protestar por la decisión del Ejecutivo de declarar el estado de emergencia en esta ciudad, Port Said e Ismailia, los tres focos donde la revuelta fue más sangrienta este pasado fin de semana. En esas localidades, el Gabinete prohíbe la presencia en las calles entre las 21,00 y las 06,00 horas, un toque de queda que los protestantes anunciaron que no piensan cumplir, al tiempo que corearon consignas como «Da la cara, muestra tu desgracia, veréis a Mursi como a Mubarak».
También en El Cairo se concentraron miles de personas en la emblemática plaza de Tahrir. Convocados por los partidos de la oposición, los manifestantes conmemoraron la celebración del Viernes de la Ira (el 28 de enero de 2011), cuando los contrarios al régimen de Mubarak se enfrentaron a las fuerzas de seguridad y consiguieron asentarse en el simbólico enclave. Horas antes, también en la capital, un hombre falleció tras recibir un disparo en el pecho en nuevos disturbios en Tahrir.
Por otro lado, Mursi invitó a los líderes de los once partidos del país, así como a importantes figuras políticas, a reunirse con él para abordar el último brote de violencia y analizar la situación actual en la nación árabe y los distintos mecanismos para solucionarla, ahondando, principalmente, en el diálogo.
El momento por el que atraviesa Egipto se antoja complicado. Tras los nueve muertos registrados el pasado viernes en Suez, con motivo de la celebración del segundo aniversario del inicio de la revolución que derrocó al régimen de Mubarak, el pasado sábado se sumaron otros 47 fallecidos, derivados de la sentencia a pena de muerte a 21 implicados en la masacre del Estadio de Port Said, en 2012. A todos estos sucesos hay que añadir centenares de heridos, principalmente provocados por la fuerte respuesta de los agentes de seguridad, que cargaron contra los manifestantes.
Por ello, la oposición rechazó la oferta de iniciar una ronda de conversaciones presentada por el jefe del Ejecutivo.
El premio Nobel de la Paz Mohamed el Bradei aseguró que «cualquier diálogo no es más que una pérdida de tiempo, mientras el presidente no asuma la responsabilidad por el reciente derramamiento de sangre y no prometa formar un Gobierno de salvación nacional y un gremio encargado de enmendar la Constitución».
Por su parte, el político de izquierda Hamdien Sabahi exhortó a los islamistas a poner fin a la violencia y respetar la voluntad de la población.
