Egipto da los primeros pasos hacia una democracia tutelada por la élite castrense. Así, la junta militar que gobierna la nación anunció ayer que el período de transición hacia un poder civil se prolongará por seis meses, acordó suspender la Constitución, disolvió el Parlamento y asumió las tareas legislativas.
Los anuncios figuran en un mensaje dado a conocer por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el tercero desde que renunció el presidente Hosni Mubarak, el pasado viernes, y el quinto desde que los militares anunciaron que estaban siguiendo de cerca la situación política a raíz de la revuelta que estalló el 25 de enero.
El comunicado, difundido por la televisión pública, está firmado por el jefe del Consejo Supremos de las Fuerzas Armadas y ministro Defensa, el general Husein Tantaui, que estaba al frente de esa cartera en los últimos Gabinetes de Mubarak y sigue en el mismo puesto.
El mensaje se conoce mientras la oposición y los grupos que promovieron la revuelta contra el antiguo régimen pedían fechas para el período de transición abierto tras su renuncia y se reclamaba también el final de la Ley de Emergencia, vigente desde 1981.
«El Consejo se da cuenta de que el desafío verdadero que afronta Egipto es conseguir el desarrollo a través de un ambiente de libertad y de reformas constitucionales para cumplir con las peticiones legitimas», reza el comunicado castrense.
A partir de este principio, la junta anuló dos de los pilares institucionales heredados del régimen de Mubarak, el Parlamento y la Constitución, y se atribuyó las funciones de legislador.
En respuesta a quienes piden fechas concretas, los militares dijeron que el período de transición hacia un poder civil se extenderá por seis meses «o cuando se completen las elecciones parlamentarias y presidenciales». La nota, sin embargo, no establece cuándo se llevará a cabo esa votación.
Los últimos comicios parlamentarios, manchados por múltiples denuncias de fraude, se celebraron en noviembre y diciembre pasados, en dos vueltas, y las presidenciales estaban convocadas para septiembre próximo.
La oposición egipcia ya asumía que se tardarían varios meses o hasta un año para aprobar leyes que garantizaran unas elecciones libres y limpias, pero también estaban pidiendo compartir este período de transición con el Ejército.
El golpe de fuerza dado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas dejó desprevenido hasta al primer ministro del Gobierno provisional, el general en retiro Ahmed Shafiq, quien en esos momentos daba una rueda de prensa. Shafiq se enteraba del contenido del comunicado castrense por papelitos de color rosa que le pasaban sus asistentes.
El nuevo mensaje militar se conocía mientras Egipto recuperaba ayer paulatinamente la normalidad habitual, al comenzar la semana laboral en la mayoría de las empresas privadas y las oficinas públicas.
Sin embargo, aún quedan en la plaza Tahrir, epicentro de la revolución que tumbó a Mubarak, decenas de manifestantes que no están dispuestos a perder esa trinchera simbólica.
Y es que, aunque el dictador haya renunciado, sigue pendiente una de las demandas más importantes de las manifestaciones contra el régimen, el final de la Ley de Emergencia, algo a lo que se han comprometido los militares, pero sin dar fechas.
Protesta policial.– Miembros de la Policía y del Ejército egipcios intercambiaron ayer disparos en una protesta de cientos de agentes para pedir una mejora de las condiciones de vida, delante del Ministerio del Interior, sin causar víctimas. Los incidentes se produjeron cuando militares dispararon al aire para dispersar a los manifestantes.
