Conforme pasan los días, aparecen nuevas informaciones sobre la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden. Si el martes se supo que el terrorista no estaba armado en el momento de la ofensiva estadounidense, ayer la CIA reconoció que, para conseguir la ubicación del enemigo público número uno de EEUU y, así, poder trazar el plan que acabaría con su vida, se había empleado la técnica de asfixia simulada con algunos de los presos de la organización encerrados en las cárceles secretas del servicio de inteligencia.
Así lo reconoció ayer el director de esa agencia, Leon Panetta, quien subrayó que las claves que llevaron a los servicios de espionaje a hallar el escondite del criminal saudita procedieron de «muchas fuentes de información», y no solo de ésta.
«En este caso, las técnicas de interrogación coercitivas fueron empleadas contra algunos de estos detenidos. Y el debate sobre si podríamos haber obtenido la misma información a través de otros enfoques, creo que siempre va a ser una pregunta abierta», indicó.
Al ser cuestionado por si en esas «técnicas de interrogación coercitivas» se incluía la asfixia simulada, Panetta respondió: «Correcto».
El director de la CIA, que próximamente tomará el relevo de Robert Gates al frente del Departamento de Defensa, aclaró que las órdenes del presidente de EEUU, Barack Obama, en la operación exigían matar a Bin Laden, y no simplemente capturarle.
«Eso estaba claro. Pero también lo estaba, como parte de las reglas de la operación, que si él de pronto levantaba las manos y se ofrecía a ser capturado, entonces tendríamos la oportunidad, obviamente, de apresarlo. Pero esa opción nunca se presentó», explicó.
Panetta subrayó que el Gobierno paquistaní «nunca supo nada sobre esta misión», porque Estados Unidos se planteó de forma «deliberada» que se trataría de una «misión unilateral».
«Obama había dejado muy claro a los paquistaníes que si teníamos pruebas sólidas de dónde estaba localizado Bin Laden, entraríamos a por él. Y eso es justo lo que ocurrió», añadió.
El titular de la CIA reconoció que existía la preocupación de que las fuerzas paquistaníes respondieran a la presencia de los helicópteros y Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina (SEALS) en una «zona tan sensible» -la localidad de Abbotabad, a las afueras de Islamabad- y abrieran fuego contra sus fuerzas.
«Consideramos esa posibilidad. Por eso teníamos allí helicópteros de refuerzo», indicó.
Sin imagen
Mientras, la polémica sigue en pie, no solo por los métodos empleados para llevar a cabo la operación, sino por la ausencia de un documento gráfico que certifique la muerte de Bin Laden. Desde la Casa Blanca ya informaron de que existen varios archivos, pero ayer, el presidente Obama decidió que estos no saldrían a la luz.
El dirigente señaló, en una entrevista en televisión, que no estaba convencido de mostrar la imagen del cadáver del líder de Al Qaeda (que refleja una gran herida en la cabeza en la que se aprecia masa encefálica). Entre los detractores de divulgarla estarían dos pesos pesados de su Administración, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el titular de Defensa, Robert Gates.
Tanto Clinton como Gates temían que la publicación de la foto únicamente alimentase la venganza contra intereses norteamericanos, especialmente cuando el escepticismo en torno a la muerte de Bin Laden es reducido. El hecho de que una de las mujeres del líder de Al Qaeda que sobrevivió al operativo desarrollado en Abbottabad haya sido quien ha identificado el cadáver parece haber actuado como elemento disuasorio en este sentido.
«Los únicos escépticos son los extremistas y no se convencerían de todas formas por ninguna fotografía», aseguró una fuente del Gobierno de Estados Unidos, al tiempo que agregó que la imagen podría convertirse en una excusa para nuevos ataques.