A pesar de que la amenaza de Corea del Norte de atacar a Estados Unidos o a sus vecinos del sur es patente e incluso inminente, Washington aseguró el pasado viernes por la noche que Pyongyang «todavía» tiene «la puerta abierta» del diálogo, si cesa con la escalada de las tensiones, según la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland.
«Todavía pensamos que esta es la opción errónea. Queremos dejar la puerta abierta si Corea del Norte está dispuesta a escoger una posibilidad distinta», afirmó Nuland. La portavoz gubernamental apeló a una «prudente precaución» del Gabinete de Barack Obama para afrontar esta «impredecible situación» y lidiar con el «impredecible régimen» de Kim Jong -un. «Nuestra postura sigue siendo de prudencia para adoptar las medidas adecuadas en la defensa y la esfera de disuasión (el escudo antimisiles), tanto para nosotros como para nuestros aliados», especificó.
El Departamento de Estado, que desdeñó estos días las advertencias de Pyongyang, urgió a Corea del Norte a que «cambie el curso» de los acontecimientos para que así pueda «poner fin a su aislamiento».
«Esto es solo una escalada de una serie de declaraciones retóricas, pero la cuestión es: ¿con qué finalidad?», planteó Nuland, que, por otro lado, reconoció que no cree que las autoridades norcoreanas «hayan planeado cambiar su postura».
De hecho, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, reiteró que Estados Unidos no consideraría «sorprendente» que el régimen comunista concluyera su escalada verbal de la última semana con una nueva prueba de misiles, después de que fuentes surcoreanas hayan confirmado la instalación de dos proyectiles de medio alcance en la costa este del país.
Dentro de este mapa bélico, Kim Jong-un habría ordenado recientemente incrementar la producción de armas de artillería, según informaron ayer los medios de comunicación oficiales del régimen comunista. Al parecer, el gobernante dio la orden a los trabajadores de la industria armamentística norcoreana en la visita que realizó el pasado 17 de marzo a una de sus fábricas.
Pyongyang ha recrudecido el nivel de las amenazas contra Estados Unidos y Corea del Sur desde que el pasado sábado declarara de forma oficial el «estado de guerra». En esta semana, ha impedido la entrada de trabajadores surcoreanos al complejo industrial de Kaesong, de alto valor simbólico por ser el único proyecto bilateral entre las dos Coreas. Asimismo, Corea del Norte ya habría notificado «formalmente» a la Casa Blanca la posibilidad de que se produjera un ataque «sin compasión» contra objetivos estadounidenses, incluido un «ataque nuclear diversificado».
Estos movimientos se enmarcan en la escalada de tensión, que comenzó el año pasado, con los lanzamientos de cohetes de largo alcance y que continuó en 2013, con la prueba nuclear de 12 de febrero. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó estas acciones, al considerar que violan las resoluciones que prohíben a Corea del Norte desarrollar y usar tecnología nuclear y de misiles balísticos y ha endurecido las sanciones al país, cuya respuesta ha sido la amenaza de una guerra.
