Helicópteros Black Hawk del Ejército de EEUU aterrizaron ayer en los jardines del palacio presidencial en Puerto Príncipe y comenzaron a desembarcar paracaidistas con su equipo de combate, pero también con suministros de agua y comida. Estos militares, de la 82 División Aerotransportada, se añaden a los marines que ya comenzaron a desembarcar el lunes; ambos contingentes tienen como misión mantener el orden en las calles y permitir que se reparta la ayuda y se atienda a los heridos.
Unas 20 aeronaves trasladaron a los soldados, una avanzadilla que, según relataron los testigos, parecía estar preparando algún tipo de base en el palacio, posiblemente antes de comenzar a distribuir alimentos, medicinas y otros bienes desde el lugar, antaño símbolo del poder del Gobierno.
Cientos de haitianos que sobrevivieron al seísmo que la semana pasada devastó la capital y que se han refugiado en improvisados campamentos cerca de la sede del Ejecutivo, corrieron hacia las rejas que circundan el edificio, con sus brazos extendidos en demanda de asistencia. «No sabemos exactamente lo que vienen a hacer, pero creo que están aquí para ayudarnos, por lo que les damos la bienvenida», comentaba Alex Michel, de 40 años. «Nos gustaría que no hubieran militares extranjeros desembarcando en nuestro país, pero dada la terrible circunstancia en la que estamos, su presencia es necesaria», decía por su parte Moline Augustin, otro de los residentes en los jardines del palacio.
Más de 11.000 efectivos militares de EEUU han sido ya desplegados en Haití, aguardan embarcados en sus inmediaciones o están en camino al empobrecido país caribeño. Funcionarios de la Casa Blanca sostienen que la misión principal de sus soldados es humanitaria, pero añaden que también están preparados para usar las armas o efectuar arrestos si fuera preciso.
Desde el seísmo, numerosas bandas han entrado en comercios y casas en ruinas en los suburbios de la capital, llevándose cualquier cosa que encontraran y peleando entre ellas. La Policía haitiana abrió fuego contra algunos saqueadores, mientras que a otros los lincharon.
Precisamente para mantener el orden y abrir rutas estables de suministro de agua, alimentos y atención médica, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó ayer por unanimidad enviar otros 3.500 militares y policías, que durante seis meses se sumarán a los 9.000 que el organismo ya tiene en Haití.
Además, Francia restó importancia a sus críticas previas al protagonismo de EEUU en la crisis humanitaria -«se trata de auxiliar al país, no de invadirlo», sostuvo el lunes el Gobierno galo- y señaló que la cooperación entre ambas naciones está funcionando bien.
En todo caso, una semana después del seísmo, la ayuda a los damnificados fluye con más intensidad después del inicial caos, aunque la magnitud de la tragedia hace todavía difícil el acceso al agua, la comida y la atención médica para los miles de heridos.
Estados Unidos anunció que abrirá otras dos pistas de aterrizaje y arrojará más suministros desde el aire para aliviar la presión sobre el aeropuerto de Puerto Príncipe, donde buena parte de la asistencia se acumula sin repartir.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre la falta de coordinación entre los países y agencias donantes. «Algunos simplemente descargan sus aviones, sin hacer arreglos para el reparto o almacenamiento». Además, ciertos equipos están llegando «sin apoyo logístico suficiente», por lo que la OMS pidió que los cooperantes sean «autosuficientes».
