Mientras en Copenhague se multiplican las protestas para exigir a las naciones que luchen contra el cambio climático, la última ayer mismo con miles de asistentes y durante la que hubo varios cientos de detenidos, en EEUU aumenta el escepticismo sobre la veracidad científica de las denuncias de calentamiento global. Es el caso de Sharon Byers, una anónima ex enfermera que vive en Missouri, quien ayer mismo explicaba sus dudas de que actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, estén detrás del cambio climático.
Aferrada a lugares comunes que muchos atribuyen a las multinacionales, deseosas de revertir el hartazgo social hacia sus actividades predadoras, Byers explicaba que «ha habido momentos en el pasado en los que hubo aumento de las temperaturas en ausencia del hombre. Todo es parte de un ciclo natural. Creo que es un poco vanidoso pensar que el ser humano podría destruir este gran planeta».
La opinión de esta mujer no es excepcional en los EEUU más profundos, donde hablar del calentamiento global es a menudo visto como algo exagerado, y las encuestas de opinión muestran que el escepticismo está en aumento, lo que genera mayor oposición a una Ley sobre cambio climático.
Aún así, el proyecto de medioambiente es una de las prioridades del presidente Obama. Su Gobierno prometerá en la cumbre de Copenhague reducir para 2020 sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 17 por ciento por debajo de los niveles de 2005.
En los círculos científicos serios, ello se considera algo vital, dado que EEUU representa aproximadamente un quinto de las emisiones mundiales, mientras que para algunos conservadores todo parece un plan siniestro. Un asunto constante en las estaciones de radio de derechas y cristianas que llegan a decenas de millones de estadounidenses es la noción de que la amenaza del calentamiento global es un «engaño», que paralizará la economía y forma de vida de la superpotencia.
No obstante, las negociaciones para alcanzar un acuerdo contra el cambio climático a nivel mundial en la capital danesa «avanzan menos de lo que deberían pero más de lo que parece», ya que la mesa está «al rojo vivo» y se van dando pasos «muy importantes» de cara a lograr un acuerdo global, según informaba ayer la directora de la oficina de Cambio Climático, del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Alicia Montalvo, que encabeza la delegación española. Montalvo reconoció que, aunque el ambiente está «muy animado», los países se enfrentan a un proceso «complicado» ya que buena parte es «negociación más que sustancia» y las delegaciones se pierden, en ocasiones, en detalles de procedimiento. Así, explicó que durante la primera semana se ha avanzado en los temas técnicos como tecnología, adaptación, forestal, capacitación y en la «forma» que deberá tener el acuerdo que se alcance a lo largo de la próxima semana.
