El pintor Eduardo Arroyo rescata sus recuerdos en la obra ‘Bambalinas’, un libro “del vagabundeo” en torno a la vida del autor, quien defiende los vaivenes sufridos por su generación frente a los de la actual, donde resulta “muy fácil enseñar las tetas en una Iglesia”. “Mi generación, sintiendo los insultos que se están revirtiendo sobre ella, pasó ciertos malos ratos y bastante miedo, mientras que ahora es muy fácil enseñar las tetas en una Iglesia. No sé si alguien podría haberlo hecho en aquella época”, aseveró en una entrevista.
A punto de cumplir los 80 años, Arroyo resaltó que esta nueva obra no es una autobiografía como otra de sus obras anteriores, ‘Minuta de un testamento’. De esta forma, en ‘Bambalinas’ vuelve la vista atrás —a pesar de que es algo que no le gusta— pero jugando con el concepto de ‘máscara’. “Las máscaras siempre me han interesado y forman parte de algo nuestro, dentro de la tradición pictórica de Solana o Goya. Pero también se ha banalizado, y hoy todo el mundo va enmascarado, como si fuera un perpetuo carnaval”, lamentó el pintor, quien puso como ejemplo de “mascaradas” las celebraciones del Orgullo Gay o Halloween.
Así, en esa vuelta a contemplar el pasado, el autor aseguró “no reconocerse” en las ciudades que le albergaron en distintas fases de su vida. “Voy a la búsqueda de esos bares que frecuentaba, como el Café Comercial, y ya no están. El único medio para reencontrarme con mi vida física es volver a ver películas de los años 60”, señaló.
Por otra parte, Arroyo aseguró no arrepentirse de nada de su pasado, incluida la famosa bofetada y posterior asesinato (todo figurado) del cuadro ‘Asesinato de Duchamp’. “Se ha convertido en un punto fundamental de la Historia del arte y un referente absoluto, aunque en aquella época se trató de silenciar”, destacó. No obstante, advirtió de que la ideología del artista francés de “firmar sin trabajar” se ha instalado en el arte actual. “Él no era un artista, sino un gurú de enorme éxito debido a su ideología que se ha perpetuado. Lo mejor que le puede pasar a un artista hoy en día es ser duchampiano: no trabaja y vende, ¿puede haber algo mejor?”, ironizó el pintor.
Con miles de obras vendidas, Arroyo reiteró que continuará sin vender a las instituciones. “Cometí la desgracia de nacer en Madrid y los cuadros que antes compraban las autonomías eran a los artistas nacidos en sus ciudades. Me parece de una ruralidad y un provincialismo insoportable”, criticó. Con más de 5.000 libros de boxeo en su biblioteca y preparando un texto sobre Muhammad Ali, el artista indicó ser “aficionado a lo que está peor visto”, ya que también es seguidor del toreo. “La moralina ha prohibido el boxeo y si los toros siguen así, ocurrirá lo mismo, gracias a esos fantásticos ‘progres’”, dijo.
