Y no suman porque Villarriba es un pueblo limpio, esa fama tiene entre vecinos y forasteros. Sobre las condiciones de limpieza de Villabajo se extiende una prolongada incertidumbre. Así que, por ahora, no suman. A lo mejor por eso el señor García Egea no ha inscrito sus marcas, las de Villarriba y Villabajo; a lo mejor se le olvidó entre tanto rosario de inscripciones. Mientras comercializaba su fórmula, el señor García Egea ha proclamado por activa y por pasiva que el PP es España Suma y que ellos van a recomponer el espacio de centro-derecha. ¿Para qué tanto viaje entonces? La respuesta es obvia. No pretenden recomponer nada, solo ocultar lo que fueron; mejor harían en reconocerlo y ser de otra manera, en vez de tapar sus vergüenzas. Por piedad, que no por pereza o desmemoria, me ahorro nombres y casos concretísimos y bochornosos.
Me resisto a omitir el acoquinamiento final, con el Presidente del partido y del Gobierno, el señor Rajoy Brey, recluido en el reservado de un restaurante, al tiempo que prosperaba la moción de censura. Triste colofón a un copioso tropel de atropellos. Ese es el nudo gordiano. Mejor dicho, los distintos nudos gordianos: la corrupción, el clientelismo, la indefinición ideológica, el oportunismo. Alejandro de Macedonia no manoseó el enojoso nudo, a ver si lo desataba. Tiró de espada y lo cortó de un tajo. Me temo que a los actuales dirigentes del PP no les sobren el coraje y la confianza. En lugar de cortar el nudo, lo distraen de otras miradas. España Suma es el PP disfrazado de lagarterana.
Me remito conscientemente al símil que utilizó Santiago Carrillo para describir la relación entre el Partido Comunista e Izquierda Unida; aquellos comunistas no querían dejar de serlo, solo procuraban disimularlo. Nosotros no tenemos nada que esconder. Ciudadanos es un partido honrado, comprometido con la unidad de España. Un partido honrado comprometido con la libertad y con la lucha contra la corrupción. Gobernamos con el Partido Popular en distintas comunidades y ayuntamientos. Aunque les pese a algunos, no tenemos intención de refugiarnos en un monasterio y allí lamentarnos por España. Gobernamos con el Partido Popular entre otras cosas porque en el PSOE la corrupción no es menor, y los intentos de regeneración en su núcleo duro son irrelevantes. Con el ejercicio del poder el que titubea se enciende de entusiasmo y el descreído recobra la fe.
Y con el señor Sánchez viene todo el lote: Podemos, el PNV, Rufián, Otegui. Colaborar con un PP contradictorio es una apuesta con riesgos, pero no deja de ser una apuesta necesaria. Colaborar con Pedro Sánchez y con la funesta comparsa que lo sostiene es trabajar políticamente contra España. No quiero pasar por alto la añoranza recurrente en los sectores más cerriles de ambas formaciones por los viejos y buenos tiempos del bipartidismo, cuando mangoneaban sin dar cuenta, a su antojo y sin estorbo. Muchos españoles han entendido que quienes tanto en el PP como en el PSOE decidan luchar por la regeneración, deberán nadar contracorriente. Ojalá se esfuercen, y las fortunas soplen a su favor.
En Ciudadanos es al revés. Si alguien viniese a nosotros alentado por la vieja picaresca, a buen seguro que nadaría contracorriente, y se ahogaría, y terminaría en la calle o en otro partido con criterios más laxos. No hay choque de egos –aquí aludo a las declaraciones de la señora Álvarez de Toledo—sino una diferencia, hoy por hoy, de identidades. Nos exigen a Ciudadanos ser ejemplares, nuestros votantes nos lo exigen. Es justo que así sea. Mucho nos exigen porque esperan mucho de nosotros. Si dejásemos de ser ejemplares, no seríamos útiles a España. Con acierto establece la señora Álvarez de Toledo el eje de la confrontación entre pensamiento reaccionario y pensamiento reformista. Igualmente con acierto, sitúa a la izquierda en el cauce del pensamiento reaccionario. Nada más reaccionario que el comunismo, ya es un fósil. El fantasma que un día recorrió Europa, asustando a unos e ilusionando a otros, trajo nuevas cadenas, más pesadas que las anteriores, para aquellos a quienes pretendía liberar.
Quedó en nada y, si bien en la estela de su palabrería se recoge algún tirano fascistoide, da menos miedo que el tren de la bruja. La socialdemocracia agotó en Europa su recorrido, y cuenta también en su debe con el crédito y la etiqueta prestados a algunos dictadores abominables, como Ben-Alí en Túnez o Mubarak en Egipto. En España la socialdemocracia ha sido sustituida por el proyecto personalista y atrabiliario del señor Sánchez. Socialistas y comunistas pujan ahora en el terreno de la cultura y las costumbres, asoman un sello autoritario y reaccionario que desdice la libertad.
Estando de acuerdo con la supresión del viejo eje derechas-izquierdas, del que Ciudadanos se desmarcó desde su nacimiento, abrigo serias dudas sobre la inclusión del grueso del Partido Popular en el pensamiento reformista, se llamen como se llamen y se vistan como se vistan. De momento no arrojan una luz determinante para la solución y todavía hunden sus raíces en el fondo del problema. La señora Álvarez de Toledo nos invita a meditar. Hermoso verbo, meditar. La señora Álvarez de Toledo es una escritora elegante. Digo elegante porque elige las palabras precisas y los argumentos afilados que tocan el nervio del asunto. Lo primero complacería al poeta venezolano Ramos Sucre, quien cifraba el escribir bien en el uso de las palabras adecuadas. Lo segundo me complace a mí, pues la banalidad la llevo a duras penas. Yo le deseo a Cayetana Álvarez de Toledo lo mejor, y en tales deseos no hay un ápice de eso que llaman ironía y no es más que una gansada sin exabruptos. Le deseo que en nadando contracorriente no se ahogue. Que acate los versos de John Donne, y si escucha que doblan las campanas no pregunte por quién o por qué doblan, no vaya a ser que la respuesta no le agrade. Dice la señora Álvarez de Toledo sentirse muy próxima a Inés Arrimadas y a Marta Rivera. Guardo una muy buena opinión de ambas y no tengo inconveniente en extender ese juicio. Por ello, me permito sugerirle que, a solas, al amparo de un jardín inventado, no dude en cultivar el muy apreciable beneficio de la duda.
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(*) Diputado nacional de Ciudadanos por Segovia.
