El lunes Segovia estrena nueva fase. No hay un cambio sustancial con respecto a la primera desde el punto de vista de las restricciones de derechos o de la libertad de comercio, pero sí supone un paso importante en la vuelta a la normalidad. Nuestra ciudad y nuestra provincia han sufrido con especial virulencia el paso de la pandemia. La cercanía a Madrid tiene sus ventajas y sus inconvenientes en muchos aspectos, y ha sido clave en la propagación del virus. Pero no ha resultado la sola causa, si nos atenemos a las cifras de Soria, otra de las provincias damnificadas. Una población avejentada y la ausencia de la dotación adecuada en los servicios de Atención Primaria y la escasez de camas hospitalarias para la detección y el tratamiento de los contagios han hecho lo siguiente.
No es consuelo los datos de seroprevalencia que presentamos, que pudieran indicar mayor grado de inmunidad de cara a rebrotes o a la vuelta del virus en otoño; sí puede servirnos –debe servirnos- las desgraciadas experiencias de otros territorios que ayunos de libertad y fiesta han relajado los índices de seguridad con resultados no deseados. En este sentido, son muy razonables las quejas del sector de hostelería sobre la proliferación de botellones que se han observado en otros lugares de España. Y no ya solo por la alternativa que supone a las restricciones al ocio nocturno, sino por el peligro de rebrote de la epidemia que puede dar al traste con la vuelta ordenada a la normalidad. Nos alegramos de que en el último momento –como tantas veces- el Gobierno haya dado marcha atrás en la regulación de la actividad de los bares de copas una vez se pase a la tercera fase aunando el permiso al funcionamiento con la exigencia de medidas de seguridad personal.
Segovia es una provincia con unas características muy definidas en su estructura económica. A ello se debe que los índices de paro y los datos de afiliación a la seguridad social hayan sido negativos en el mes de mayo. Supuso una buena noticia conocer las cifras de exportaciones tanto en el mes de mayo como las del primer trimestre del año por lo que supone como ratio macroeconómico de singular importancia. La hostelería debe seguir también con paso firme su recuperación. Nuestra ciudad es receptora de un turismo básicamente de día, pero a cambio es muy competitiva en este tipo de oferta por su calidad de servicio y de materia prima. Tanto el Ayuntamiento como los propios vecinos tienen que ser conscientes de la importancia que posee el subsector en la economía y por lo tanto mostrar alturas de miras a la hora de conciliar los intereses de los empresarios con los de los ciudadanos.
Tan importante es la reactivación de la economía como la convivencia ciudadana, pero hay ocasiones –y ya lo hemos padecido durante mucho tiempo, desgraciadamente- en el que los derechos de unos se ven restringidos por el interés general. No es momento de bajar la guardia en materia de seguridad, desde luego, pero sí de coadyuvar todo lo necesario por minimizar los daños económicos y porque la transición a la tercera fase se haga de la manera más razonable posible. Es hora de hacer una llamada a que los segovianos para que ahora más que nunca miren por su ciudad y por su provincia; que consuman en su pueblo, en su ciudad, en su provincia. La gran mayoría de los españoles han tenido un comportamiento ejemplar en un confinamiento que va a superar en días a los de China, pero el de los empresarios no se ha quedado atrás a pesar de que los desajustes fiscales no han permitido las cifras de ayudas que se han registrado en otros países europeos. Desde estas páginas hemos aplaudido la intervención pública en la economía en esta época de zozobra. No es tiempo de cicaterías en ningún campo. Hay que relanzar la economía nacional una vez que la destrucción del tejido productivo ha sufrido un daño histórico. Es ahora la prioridad. Sin bajar un ápice en el cuidado de la seguridad pero con alegría en el consumo. Y es tarea de todos, aunque no todos los intereses sean satisfechos.