Descender siempre tiene un componente doloroso, pero en Nava de la Asunción se viven las cosas de otra forma. Y eso que nadie pensaba hace dos meses que el equipo pudiera darse un costalazo semejante. Lesiones, mala gestión de plantilla… varios factores, una certeza: Plata.
Están fastidiados en La Nava por las formas más que por el fondo porque hay muchas maneras de bajar, pero las huestes de Zupo Equisoain optaron por cargarse de razones. El equipo cae de la Asobal porque es el segundo que más méritos ha hecho para conseguirlo. Y punto.
A partir de ahí: serenidad. Las bajas son tan inevitables como merecidas en la mayor parte de los casos, y es el momento de volver al origen del camino que llevó a la élite: talento local – en algunos casos extraordinariamente joven – reforzado con jugadores expertos en la categoría. Y el capitán Carlos Villagrán que, o lo conozco poco, o seguirá aportando lo que le dejen desde la cancha.
Zupo pasó por Nava salvando al equipo en una situación caótica, por lo que siempre formará parte del elenco de imprescindibles del club. Pero su balonmano de otros tiempos no casa con el modelo navero. Ahora, a toro pasado, podemos considerar un error su renovación por tres años, pero tomar decisiones trascedentes es lo que tiene, que a veces te la pegas.
Llegará un entrenador experto en Plata, con cuajo competitivo. Y los rivales encontrarán un Guerrer@s Naver@s que apretará porque da igual el campeonato que jueguen los suyos, su gente los apoyará incondicionalmente. Y si La Nava vuelve a la Asobal será maravilloso y si no… que les quiten lo bailao.
