Dos testigos presenciales de la pelea en la que perdió la vida, el 26 de octubre de 2009, un interno del centro penitenciario de Segovia aseguraron ayer en el juicio con jurado que se sigue por esta causa en la Audiencia Provincial que el acusado, A.S.F., golpeó durante la reyerta al fallecido, pero usando únicamente sus manos, y no una pelota de frontenis dentro de un calcetín, como sostuvieron en su relato tanto la Fiscalía como la acusación particular.
En líneas generales, todos los internos presentes en la pelea que se produjo en el módulo 4 de la prisión de Segovia aquella mañana y que fueron llamados ayer a declarar, coincidieron en que los hechos se iniciaron cuando dos reclusos se enfrentaron a causa de un asunto trivial, una bandeja de comida que uno de ellos había arrojado al suelo, y que el otro debía limpiar, al encontrarse trabajando en el office del módulo.
El fallecido se acercó a los dos hombres que peleaban, uno de ellos compañero suyo de celda, supuestamente con la intención de mediar entre ellos; segundos después, caía al suelo, ya inconsciente, y pese a ser trasladado a la enfermería del centro penitenciario, primero, y a un hospital, después, fallecía al día siguiente por hipertensión craneal y edema cerebral.
Dos testigos, aún internos en Perogordo, afirmaron que el acusado, A.S.F., fue quien golpeó al fallecido; un tercer testigo, ya en libertad y que declaró por videoconferencia, también refrendó esta acusación, aunque incurrió en numerosas contradicciones a lo largo de su testimonio, terminando por remitirse a la declaración que prestó en su día. En cualquier caso, los otros dos sostuvieron con claridad que la agresión consistió en un puñetazo, sin que mediara arma alguna.
La declaración más controvertida de la mañana fue la que prestó el testigo que ya se encuentra en libertad y que actualmente reside fuera de Segovia, de modo que dio su testimonio por videoconferencia. Tras afirmar hasta en media docena de ocasiones que la agresión al fallecido no provino del acusado, sino de uno de los dos implicados en la pelea inicial, terminó desdiciéndose y remitiéndose a su testimonio original, en el que acusaba al procesado.
Visiblemente confuso y nervioso, el testigo fue interrogado por el presidente de la sala, quien le recordó que podía incurrir en un delito en caso de mentir. El testigo reconoció que estaba asustado y llegó a comentar que “la mitad de la sala sabe ahora mismo dónde vivo”, como si temiese posibles represalias.
También se siguió con interés las declaraciones de los dos internos involucrados en la pelea inicial, dos versiones muy distintas sobre un mismo incidente, que sí coincidieron en lo verdaderamente relevante para esta causa: enfrascados en su enfrentamiento, ninguno de los dos vio quién agredió al fallecido, y cuando repararon en él, ya estaba inconsciente en el suelo.
El preso que trabajaba en el office relató el enfrentamiento con el otro interno, señalando que ya la noche anterior le había tirado al suelo la bandeja con la cena, actitud que él le recriminó, ya que tenía que encargarse de la limpieza de esa zona. “Al día siguiente volvió insultándome, y yo estuve tranquilo hasta que me mentó a mi madre”; en ese momento salió de detrás del mostrador en el que se encontraba y “apenas di cinco pasos cuando sentí un golpe en la cabeza”, sostuvo. El testigo dijo no saber con qué fue golpeado, aunque también afirmó que previamente vio al hombre con el que se encaró con un calcetín que contenía algo pesado dentro.
Después de ese primer golpe en la cabeza, el interno que trabajaba en el office fue hacia el otro hombre, “le di un par de puñetazos, él me dio a mi, y al final le tiré al suelo y ahí terminó”, según declaró; también aseguró que entre los internos que se arremolinaron a su alrededor durante la pelea vio al fallecido, pero no al acusado, y que no vio quién golpeó al interno que murió.
Por su parte el otro implicado en la pelea corroboró que el día 25 por la noche tiró una bandeja al suelo, porque no le gustó la cena, “aunque después me disculpé”, y añadió que fue el interno que trabajaba en el office quien llamó su atención en la mañana de autos, empezando a insultarle cuando se acercó. “Yo no quería pelearme, pero él me agarró de la chaqueta y le di un puñetazo”, dijo, agregando que el fallecido “estaba como a cinco metros de mi durante la pelea, pero no vi lo que le pasó”.
Este testigo incurrió en evidentes contradicciones sobre el calcetín con una pelota de frontenis en su interior, que las acusaciones barajaron como posible arma del crimen, y del que podría ser propietario. Ayer aseguró que él no llevaba el calcetín con la pelota, aunque el compañero se encontró en su posesión, según corroboró un funcionario, y varios internos y un funcionario declararon haberle visto blandir el objeto; luego se mostró confuso sobre si el calcetín y la pelota eran o no suyos. “Esto es un lío que no me aclaro ni yo”, llegó a decir.
