Ya han pasado dos años desde que aquel 2 de mayo de 2011 el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunciase al mundo la captura y muerte del terrorista más buscado del planeta: el líder de Al Qaeda, Osaba Bin Laden. El demócrata comunicó entonces que unidades de élite de las fuerzas militares de EEUU, conocidas como SEAL, abatieron al malhechor en el transcurso de un tiroteo en una casa de Abbottabad, Pakistán. Las autoridades del país asiático confirmaron posteriormente que Bin Laden murió en Pakistán en un enfrentamiento con soldados de Estados Unidos.
Según informó la Administración estadounidense en 2011, el cuerpo del terrorista fue arrojado al mar según el rito musulmán tras comprobar, mediante pruebas de ADN, que efectivamente se trataba del fugitivo.
Sin embargo, la muerte del prófugo más buscado no ha hecho desaparecer del todo la sombra del terrorismo islámico, tras resurgir en Mali, Somalia o Irak, o transformarse en acciones fanáticas por parte de los llamados lobos solitarios, como sucedió recientemente en Francia o Boston.
Por otra parte, la prisión más famosa del mundo por albergar a supuestos terroristas de Al Qaeda, Guantánamo, y que el presidente Obama anunció al principio de su primera legislatura que iba a cerrar porque no cumplía con los estándares democráticos y de protección jurídica de sus reclusos sigue dando que hablar. Al menos 23 de los 100 presos de este penal se encuentran en huelga de hambre para protestar por sus condiciones de reclusión y están siendo alimentados a la fuerza por los responsables del centro de detención que Estados Unidos tiene en su base en la isla de Cuba.
Según informaron fuentes norteamericanas, esta semana han llegado hasta Guantánamo 40 médicos y enfermeros como refuerzo ante el aumento de los reclusos en huelga de hambre, que ya suponen casi dos tercios de los 166 que permanecen en dicha prisión. De los 100 que secundan la protesta, 23 están siendo alimentados mediante sondas nasogástricas para evitar su muerte.
Pardiss Kebriaei, una abogada del Centro para los Derechos Constitucionales que desde la apertura en 2002 del centro lo ha criticado, explicó ayer que los huelguistas «sienten que la única salida de allí es en un ataúd». «Todo forma parte de una frustración más amplia de unos hombres que llevan detenidos sin cargos durante 11 años y medio y a los que el presidente prometió que la prisión sería cerrada», indicó la profesional.
Durante sus dos primeros años en el cargo, la Administración Obama puso en libertad a 71 presos, de los que 40 fueron repatriados a 17 terceros países. En 2010, el Departamento de Justicia elaboró un listado con los reclusos que podían ser libres, la mayoría de ellos yemeníes, pero el demócrata prohibió los traslados a Yemen tras registrarse varios complots terroristas en este país. En la actualidad, de los 166 presos que hay al menos 84 son yemeníes.
colaboración. Aunque los tres estudiantes detenidos en Estados Unidos -dos kazajos y un estadounidense- vinculados a los ataques en el maratón de Boston no son miembros de la red terrorista de Al Qaeda, la preocupación en el seno de ambos Gobiernos y en sus familias por su participación con los hermanos Tsarnaev es máxima. Así, el Ejecutivo kazajo dejó ayer claro que condena «cualquier forma de terrorismo», al tiempo que se comprometió a seguir cooperando con las autoridades de EEUU tras la detención el pasado miércoles de dos estudiantes de su país por destruir pruebas relacionadas con Dzhokhar Tsarnaev, uno de los dos sospechosos del atentado que el pasado 15 de abril acabó con la vida de tres personas en la carrera de Boston y dejó más de 200 heridos.
Los estudiantes kazajos detenidos, Dias Kadyrbayev y Azamat Tazhayakov, que están acusados de violar la legislación de inmigración estadounidense y de haber destruido pruebas para ayudar a Dzhokhar Tsarnaev, deberían haber comparecido el pasado miércoles ante un tribunal, pero sus asistencias han sido aplazadas hasta el próximo 14 de mayo. Hasta esa fecha, los acusados permanecerán ingresados en prisión.
El Ministerio de Asuntos Exteriores kazajo hizo especial hincapié en que los dos universitarios no han sido acusados de estar involucrados en el atentado. «Están procesados por destruir pruebas», afirmó el departamento.
