Se veía venir. Carlos Dívar, máxima autoridad judicial de España, dimitió ayer como presidente del Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el máximo órgano de gobierno de los jueces, por un escándalo de uso desmesurado de dinero público en viajes realizados con todo lujo.
El jurista, de 71 años, se convirtió así en el primer presidente del CGPJ que abandona su cargo. Y lo hace cuando la Justicia sufre desde hace tiempo una crisis de desprestigio y desconfianza por parte de los ciudadanos.
Su renuncia, que la confirmó en rueda de prensa el hasta ahora vicepresidente y sustituto en el Consejo -Fernando de Rosa-, se daba por segura desde el pasado sábado, cuando anunció ya una «decisión rotunda y contundente» en los siguientes días.
Dívar fue acusado de haber gastado cerca de 30.000 euros del CGPJ en decenas de viajes de fin de semana a distintos lugares, entre ellos Marbella, que en ocasiones se alargaban más allá del domingo y en los que pagaba facturas de restaurantes de lujo. Tras argumentar que se debían a reuniones institucionales, muchos de sus presuntos invitados lo negaron de modo rotundo.
«No tengo conciencia de haber hecho nada malo, pero la situación era insostenible», sostuvo el togado en el pleno del CGPJ, según contó algún participante.
«Era lo mejor»
Ante los vocales, justificó su decisión de dejar el cargo asegurando que, en su opinión, su salida «es lo mejor para la carrera judicial y la sociedad». «Lo importante son las instituciones, no las personas», fue una de sus frases.
Además, Dívar confesó su «dolor» por la imagen que los acontecimientos que han motivado su renuncia han provocado, y por el daño que esta situación haya podido causar a todos los magistrados y jueces de este país.
Así lo desveló De Rosa, que añadió que todos sus compañeros agradecieron al que hasta hace 24 horas era su jefe su reconocimiento por la labor realizada en los últimos tres años y medio, así como por los 43 como togado.
Con esta decisión, surge un problema: la situación de bicefalia en la cúpula del Poder Judicial. Y es que, mientras el CGPJ estará comandado por De Rosa, el Tribunal Supremo será liderado por el presidente de Sala más antiguo, que es Juan Antonio Xiol, considerado progresista moderado y que fue uno de los magistrados que votó a favor de la legalización de Sortu cuando llegó la cuestión al Supremo el año pasado.
El primero ocupó el cargo de vicepresidente del CGPJ en 2008 a propuesta del PP. Hasta ese año, había desarrollado toda su actividad en la provincia de Valencia, donde nació en diciembre de 1959. Tras comunicar el relevo, afirmó que el órgano de gobierno de los jueces «seguirá trabajando» por la Justicia, al tiempo que expresó su deseo de nombrar nuevo presidente «en el plazo que estime oportuno».
Mientras, la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo se reunió después de que Dívar dimitiera, para redactar una nota de prensa señalando que «continúa ejerciendo sus funciones como hasta ahora, con toda normalidad».
Gallardón
Desde el Gobierno central, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, expresó su respeto por la decisión del juez de presentar su renuncia, y defendió «mirar hacia delante» reforzando el prestigio de los magistrados.
«La estabilidad en un órgano de Gobierno de uno de los poderes del Estado como el CGPJ es algo fundamental, para la judicatura y para toda la sociedad española. Lo es también para lo que nos ocupa y preocupa a todos, que es la superación de la crisis económica, donde juega una parte muy importante la resolución de los conflictos», declaró el exalcalde de Madrid, que añadió que «es el momento de mirar hacia delante».
Quien no quiso profundizar en el asunto fue el fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce, que eludido valorarlo, si bien confió en que todo transcurra con la más absoluta normalidad.
Ahora habrá que ver si PSOE y PP se ponen de una vez de acuerdo para renovar los órganos judiciales. De momento, parece que la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, y la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, se han reunido tres veces. La misión resulta difícil.
Las heridas que deja en la institución Carlos Dívar ha hecho que las quinielas se disparen y que la tensión entre jueces conservadores y progresistas haya llegado a su máxima expresión.
