Siempre hemos pensado que el aparato que más nos «escucha» o «espía» era nuestro teléfono móvil, aunque en cuanto salieron dispositivos tales como Alexa o Google Home, estos pasaron a encabezar la lista, haciendo que pese a tenerlos en nuestro hogares y hablarles, también les mirásemos de forma algo suspicaz. Pero todas estas ideas o concepciones van a cambiar rápidamente cuando te digamos que estás equivocado y que el dispositivo que más puede poner en peligro tu privacidad en casa es, casi con total probabilidad, tu televisor inteligente, la famosa Smart TV de toda la vida pero “digievolucionada”.
Y es que este aparato, que en un principio nos puede parecer tan inofensivo como nuestro microondas o la nevera de la cocina, se ha convertido casi sin que nos demos cuenta en una ventana digital por la que salen muchísimos datos sobre cómo vives, con quién convives y qué haces en tu salón, lo que la convierte en una amenaza para tu privacidad muy preocupante.
Por desgracia, no estamos exagerando, ya que la diferencia de los altavoces con asistente de voz o de otras tecnologías que tenemos más “señaladas”, la Smart TV suele pasar desapercibida, porque la asociamos solo a esos momentos de ocio. Sin embargo, muchas de estas teles incorporan micrófonos, cámaras y sistemas de seguimiento de contenidos que pueden recopilar información de forma constante, afectando a tu privacidad mucho más de lo que imaginas y, lo que es peor, sin que la mayoría de los usuarios sean realmente conscientes de ello.
La Smart TV, el gran agujero de tu privacidad
Lo cierto es que, durante mucho tiempo, décadas incluso, los televisores eran unos aparatos pasivos, ya que tan solo se recibía la señal y la mostraban en pantalla, nada más. Pero es que ahora, las Smart TV se conectan a Internet, permiten hacer videollamadas, usar comandos de voz, descargar aplicaciones, iniciar sesión con cuentas personales y hasta reconocer rostros y, si bien todo esto tiene unas claras ventajas, también abre la puerta a que tu privacidad quede expuesta si no tomas ciertas precauciones.
Aunque no seas consciente de ello, muchas marcas incorporan sistemas que registran qué ves, a qué hora, cuánto tiempo dejas la televisión encendida o qué aplicaciones utilizas, una información que se cruza con tu dirección IP y otros identificadores del dispositivo, y puede acabar en manos de plataformas de streaming, anunciantes o empresas de análisis de datos.
A esto se suma un detalle que pasa muy desapercibido, y es el de que algunas Smart TV vienen con opciones de reconocimiento de voz activadas por defecto, lo cual implica que el micrófono puede estar a la escucha de comandos y que parte de lo que se dice alrededor del televisor puede llegar a enviarse a servidores externos para “mejorar el servicio”, o al menos eso es lo que nos venden.
Algunos trucos para proteger tu privacidad
Obviamente, todo esto es muy preocupante y quizás te estés planteando tirar la tele por la ventana, aunque hay ciertas formas en las que podemos protegernos de todo ello. Uno de los primeros pasos que debes dar es ir al menú de ajustes y revisar con calma los apartados de datos, anuncios personalizados, reconocimiento de contenidos y servicios de voz. También, cambia las contraseñas que vengan por defecto y evita usar la misma para todas las cuentas que vincules a la televisión.
Si tu Smart TV tiene cámara y no la utilizas, lo mejor que puedes hacer es cubrirla físicamente con una cinta opaca o una tapa diseñada para ello, tal y como hacemos muchos con nuestros ordenadores. Y, si usas el micrófono solo de vez en cuando, plantéate desactivarlo por defecto y activarlo únicamente cuando realmente lo necesites.
Por último, tener el televisor actualizado ayuda mucho, para lo cual tendrás que revisar las condiciones de uso cuando se instala una nueva app y, si te preocupa mucho tu privacidad, separar los dispositivos más sensibles (como el ordenador o el móvil) de la red donde tengas la Smart TV, mediante redes invitadas o configuraciones similares del router.
