Desde el último rincón de cualquier pueblo, de cualquier ciudad, España se transforma. Cada persona y cada lugar se vuelca para vivir con intensidad una de las celebraciones más importantes de la cultura cristiana, que se remonta al 325, cuando el Concilio de Nicea fijó la fecha de celebración de Pascua para todo el ámbito católico occidental, estamos hablando de: la Semana Santa.
Hablamos de una tradición legendaria, que genera espacios fundamentales para la articulación de consensos comunitarios y de hegemonía cultural, aunque a la izquierda más recalcitrante de este país le desagraden nuestras tradiciones y nuestra cultura.
Gestos y expresiones en contra hay muchos, de ellos, el que más recuerdo fue cuando el socio principal del Gobierno llegó a decir que había que prohibir la Semana Santa, mientras felicitaban el Ramadán. Hoy, en silencio intentan disimular algo que tienen impregnado en su ADN, su rechazo a la tradición cultural y religiosa de España y su obsesión por sustituir esa cultura por la islámica.
Nos costó ocho siglos reconquistar nuestra historia y recuperar nuestra cultura hasta la caída del reino nazarí de Granada en 1492. Hoy, sin embargo, de forma silenciosa, la cultura musulmana y el multiculturalismo, entran a través del vientre de sus mujeres, tal y como dijo Bumedian hace más de 4 décadas, presidente de Argelia y que lentamente se está cumpliendo.
Sólo VOX ha denunciado una realidad que acecha a España a y los españoles. El multiculturalismo promovido por la izquierda y apoyada por el PP está provocando una inmigración masiva y permanente, que es vendida como un remplazo poblacional por esos partidos, obviando las nefastas consecuencias que trae aparejadas.
Por eso, hoy más que nunca, quiero reivindicar la Semana Santa española como elemento diferenciador de nuestra cultura con respecto a otras, y como instrumento vertebrador de una España, que durante esta semana, la fe se encarna en la cultura popular y surge una religiosidad que tiene una forma propia y unas expresiones impulsadas por el pueblo que la acoge dentro del contexto en que se viven.
Los ejercicios de piedad en torno a las fiestas litúrgicas o las celebraciones marianas y de los santos en pueblos y ciudades de España, tienen como objetivo acercar al pueblo cristiano al conocimiento de Dios y a su adoración.
No debemos renunciar lo que nuestros padres y abuelos nos inculcaron y lucharemos por defenderlo.
Un ejemplo, es mi pueblo, la Granja de San Ildefonso, desde donde hace ya casi 33 años participo como penitente, donde se viven momentos difíciles de contextualizar, porque es interiormente donde se transforman los corazones, en una procesión, la del silencio, donde todo el mundo guarda un silencio sepulcral y un respeto a una tradición de 150 años.
Mientras otros prefieren guardar silencio ante la islamización de nuestra cultura y mirar hacia otro lado, yo prefiero el silencio y el respeto de una tradición que forma parte de nuestra cultura, a la que pienso defender y reivindicar siempre que pueda.
Yo lo tengo claro, frente al Ramadán, prefiero la Semana Santa. Hagamos porque esto no cambie.
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(*) Diputado Nacional de VOX por Segovia.
