Quien piense categóricamente que en el fútbol no hay milagros puede pararse un rato a pensar cómo un equipo que salta al campo con diez jugadores desde el inicio y que acaba la contienda con ocho puede ganarle la partida a un rival que, además, jugaba en casa y se encontraba con siete puntos más en la clasificación.
Así afrontó El Espinar San Rafael su encuentro de ayer en Burgos ante el Promesas: con solo diez hombres disponibles, varias recolocaciones (sirva como ejemplo que el delantero Ramón tuvo que participar como defensa central) y un jugador del Provincial como Iván González en la punta. Precisamente éste joven futbolista se encargó, 40 segundos después de empezar el choque, de adelantar a los suyos con una imparable volea tras un pase de su tocayo Iván.
A partir de entonces, los espinariegos se dedicaron a tapar como pudieron los espacios y los pases en diagonal de los que los burgaleses se valían para acercarse a la puerta de Sami Santos. Además, a pesar de la inferioridad numérica los de Luis Urías no regalaban el balón, e intentaban tocarlo con tranquilidad por abajo. Pero el Burgos Promesas 2000 consiguió igualar el encuentro pasada la media hora. Y poco después, por si no estaba lo suficientemente complicado para El Espinar San Rafael, llegó una nueva piedra en el camino con la rigurosísima expulsión de Rubén.
Quedaba una dura segunda parte por delante, con dos hombres menos (que serían tres, tras la segunda amarilla de Quique), pero con el convencimiento de que, con sacrificio, el partido se podía sacar adelante. Y así fue. Bien coordinados, los verdirrojos no dejaron actuar con comodidad al rival burgalés, y se arriesgaron defendiendo a la perfección el fuera de juego. Y como guinda, el 1-2 de Cifu con un preciso disparo por encima del portero con el exterior. Pocas veces tres puntos han sabido tan dulces y han estado tan trabajados.