El concierto programado para este final de octubre se dedicó a la labor del flauta Marc Grauwels que nos visita regularmente en estas temporadas de la Filarmónica. Es un solista con gran virtuosismo que conecta muy bien con el público.
En esta ocasión vino acompañado por la orquesta de cuerda Sinfonía Toronto, una formación de cuerda canadiense, con una docena de componentes, que tienen un sonido empastado, unos solistas destacados, como el primer violonchelo y la concertino, con un sonido claro y profundo en los dos violas. Estuvo dirigido todo ello por el director armenio Nurhan Arman, con muy buenos resultados. También es de agradecer la numerosa presencia de público joven, estudiantes del Conservatorio que, cuando viene Marc Grauwels, acude a escucharle.
El programa recordaba, en la primera obra, el segundo centenario del nacimiento de Robert Schumann, con la interpretación de la primera serie de canciones españolas del autor. Es música para interpretar entre varios músicos en veladas domésticas, que tanto en Schumann como en su amigo Schubert, tienen una presencia importante en su catálogo. Aquí, en esta versión para orquesta de cuerda, se destaca su musicalidad, mientras que privadas de la voz, se pierde su componente literario, ya que las letras provienen de autores como Gil Vicente, Cristóbal de Castillejo o un anónimo del cancionero general de 1511. Fue un buen ejemplo de la altura que tenían estas composiciones domésticas durante el romanticismo.
Un concierto de juventud de Mendelsohn completaba la segunda parte, un concierto escrito para violín y trascrito aquí para flauta. Marc Grauwels, ante el éxito obtenido, nos ofreció un rondó de François Devienne, demostrando su virtuosismo a la flauta.
La segunda parte nos trajo una obra que el compositor canadiense Kevork Andonian, presente en la sala, ha dedicado a Marc Grauwels, «Un anhelo de alegría». Es una obra agradable, tonal y con cierto aire árabe, en la que hay un diálogo interesante entre la flauta y la cuerda.
Sin duda, lo más importante del programa de la Sinfonía Toronto fue la interpretación del cuarteto americano de Dvorak en versión para orquesta de cuerda. Es una obra ya escuchada algunas veces en la Filarmónica en su versión original para cuarteto, pero que no cansa, siempre se descubren nuevos detalles entre esta maravillosa recreación de la música hecha por negros en el este americano y que tanto nos recuerda a la sinfonía del Nuevo Mundo, del mismo autor.
Como bis nos ofreció la orquesta la danza española de Shostakovich, con una dirección muy rítmica y llena de carácter popular, una gran versión. Un concierto muy agradable encuadrado en un ciclo estable y decano en la vida cultural de esta capital, candidata a ser capital cultural europea en 2016.
