Mientras los equipos de rescate continúan sacando del mar los cadáveres de los inmigrantes que murieron en el naufragio del pasado jueves frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa, las autoridades del país detuvieron ayer a un tunecino por ser el presunto capitán del barco siniestrado.
Jaled Ben-Salem fue arrestado en el centro de acogida de la ínsula al que fueron trasladados los supervivientes de la tragedia, después de que algunos de ellos le identificaran como el hombre al mando de la embarcación. Contra él se han presentado cargos de homicidio múltiple, facilitar la inmigración clandestina y naufragio, por lo que fue trasladado ya a la prisión de Agrigento, en Sicilia.
Ben-Salem, de 35 años, también es sospechoso de haber organizado otro viaje en barco en abril de 2011, cuando 250 emigrantes llegaron a Lampedusa. Falta aún por identificar a su número dos, al que los supervivientes han definido como white man (hombre blanco).
El detenido forma parte de una organización libia que se encarga del tráfico de personas entre este país norteafricano y las costas italianas, que cobra un peaje a cada pasajero de entre 1.600 y 2.000 euros.
Uno de los eritreos que sobrevivió al naufragio relató que los 500 inmigrantes fueron trasladados «en grupos de 20 o 30» en embarcaciones pequeñas hasta el pesquero, donde el medio millar de pasajeros tuvo que permanecer hacinado todo el trayecto. Durante el viaje, los supervivientes aseguran que el tunecino y otro hombre estuvieron todo el tiempo en el timón y eran los únicos que dormían en una cabina.
Algunos rescatados indicaron, incluso, que fue el capitán quien incendió la cubierta para intentar llamar la atención de la presencia del barco cuando se encontraban en las proximidades de Lampedusa. Fue este fuego, que se propagó rápidamente por toda la embarcación, el que obligó a muchos a saltar por la borda y provocó el posterior hundimiento con cientos de personas más que se encontraban atrapadas en la bodega.
Mayor protección
Mientras, en Luxemburgo, los ministros del Interior de la Unión Europea discutían la política de migración comunitaria, después de que el Gobierno de Italia haya acusado en los últimos días a la UE de abandonar al país a su suerte en dicha materia.
En la cita, el representante transalpino, Angelino Alfano, apostó por un plan de acción europeo «concreto» para proteger la frontera exterior comunitaria y evitar nuevas tragedias, al tiempo que reclamó a Bruselas que no deje solo al país en el salvamento y acogida de los inmigrantes que llegan por mar.
«Nosotros estamos en medio del Mediterráneo y hemos salvado miles de vidas, por lo que pedimos que Europa nos tienda una mano de ayuda y refuerce su implicación en la protección de la frontera», agregó.
Por su lado, la comisaria europea del Interior, Cecilia Malmström, solicitó «apoyo político y recursos» a los Gobiernos de la Unión para organizar una «gran operación de seguridad y rescate» en el Mediterráneo, con el objetivo de que no se repitan tragedias como la de la semana pasada.
Dicha acción abarcará, según remarcó, el Mare Nostrum «en su conjunto, desde Chipre hasta España», subrayó.
