Trece mujeres, nueve de nacionalidad paraguaya, dos peruanas, una argentina y una española han sido liberadas en Valladolid en una operación contra la trata de seres con fines de explotación sexual, en la que la Policía Nacional ha logrado detener a los ocho miembros de un clan familiar que disponía de seis pisos en la capital vallisoletana donde obligaba a las víctimas, en una situación de ‘semiesclavitud’. Además, las mujeres era intimidadas mediante ritos de santería, dado que en los registros se han encontrado dos altares de esta religión afro-caribeña.
La investigación, que se ha prolongado durante más de un año, se inició a raíz de la denuncia de una de las víctimas, captada por una mujer que, aprovechando la situación irregular de la denunciante, la convenció para ejercer la prostitución en uno de los pisos-club que el clan familiar, de origen paraguayo y peruano, tenía en Valladolid.
Las víctimas, según explicaron este lunes el subdelegado del Gobierno en Valladolid, Jacinto Canales, y el comisario provincial, Javier Oterino, eran consideras de “su propiedad” hasta que saldaban la deuda contraída por la financiación de su viaje hasta España o generaban suficientes recursos para los investigados.
Durante los primeros meses, la matriarca del clan alojaba a las víctimas en un piso controlado por su nuera, quien actuaba como encargada de la explotación sexual, fijaba las tarifas de los servicios, cobraba a los clientes y autorizaba a las víctimas breves salidas para comprar comida y productos de primera necesidad, dado que no podían abandonar el piso sin su autorización.
Además, vivían hacinadas en dos pequeños dormitorios, cada uno con dos camas individuales, donde pernoctaban hasta ocho mujeres.
Las víctimas eran captadas entre mujeres jóvenes y vulnerables de las propias familias de los tratantes. Las víctimas obtenían un pequeño porcentaje por los servicios sexuales que realizaban o, en el caso de habar contraído una deuda, no obtenían nada hasta que la misma era saldada. Además, debían estar disponibles las 24 horas del día, no tenían ningún día de descanso, ni siquiera por enfermedad, y ni podían elegir a sus clientes ni lo servicios que realizaban.
Por su parte, el hijo mayor de la matriarca era el encargado de llevar la contabilidad y publicar anuncios en páginas web, mientras que otro miembro de la familia se encargaba de proporcionar drogas a los clientes. En uno de los domicilios registrados se encontraron 14,23 gramos de cocaína y 9,88 gramos de ‘tusi’, cocaína rosa.
