El inicio de la semana trajo consigo este lunes la ‘normalización’ de las ventas de los supermercados de la ciudad. Después de una última semana y fin de semana en los que la histeria de los compradores y el temor al desabastecimiento de los comercios desataron una oleada consumista que obligó a los trabajadores a redoblar esfuerzos y vació las estanterías de muchos de los establecimientos, la ciudadanía parece haberse acostumbrado a la nueva situación de Alarma y al autocontrol que esta precisa.
A ello han contribuido, también, los nuevos protocolos de actuación y gestión del espacio de los grandes supermercados. Pese a que la presencia de grupos –pequeños– de vecinos en la puerta de alguno de estos establecimientos, prácticamente durante toda la jornada, podían hacer temer a cualquiera que se acercase que la situación dentro del comercio era caótica –también ayer–, nada más lejos de la realidad.
Atrás quedaron las, literalmente, insanas aglomeraciones de gente de los días pasados. De ello se ocuparon los gerentes y máximos responsables de las cadenas, estableciendo limitaciones a la entrada de clientes en función del tamaño de la superficie de cada supermercado.
En el Eroski de la travesía Antonio Machado, por ejemplo, el establecimiento limitó a diez el número de compradores que podía estar a la vez dentro del espacio. “Si sale uno, entra uno”, decía una de las trabajadoras.
Unos cuantos más, hasta cien clientes, tenían permitida la entrada en el Mercadona de Nueva Segovia. El máximo para “garantizar una separación mínima de un metro entre clientes, con recomendaciones del personal del establecimiento, con el apoyo de carteles reforzando las medidas y con límites de un metro marcados en el suelo de la sección de Pescadería y las líneas de cajas”, según determina el nuevo protocolo de la cadena.
En cualquier caso, al menos en este establecimiento, el máximo de clientes se quedo largo. “No tiene nada que ver con lo vivido estos días. Está siendo un día muy tranquilo y la gente puede comprar a sus anchas por los pasillos sin tener que acercarse a nadie. Ni siquiera hemos tenido que limitar la entrada”, contaba una trabajadora del supermercado a primera hora de la tarde.
Tampoco quienes acudieron a los establecimientos lo hicieron con la misma ‘ferocidad’. Pese a la escasez de algunos productos –todavía por reponer–, no hubo grandes faltas en los de primera necesidad.
En definitiva, menos gente, más calma y orden, estanterías dispuestas y… no obstante, el comentario de ‘“todavía vienen demasiados”, de una cajera de otra cadena, testigo directa del cumplimiento de las limitaciones a la circulación.
