El próximo mes de septiembre, y todavía con la resaca de las fiestas, despediremos a todo el equipo de sacerdotes que teníamos en Cuéllar.
Quiero comprender la marcha de Jaime y Álvaro, pero la que no entiendo es la de Fernando, él atribuye esta marcha a razones exclusivas de salud, pues hace poco tuvo un problema en su corazón, el cual a nosotros nos deja partido.
No quiero entrar a valorar o juzgar decisiones del clero, pero algo no se ha tenido en cuenta. Una persona de la valía de Fernando, que había conseguido que todo un pueblo como el nuestro, que seamos claros tiene cierto rechazo a lo religioso, pensara de una manera positiva de este sacerdote, e incluso tuviera un acercamiento positivo o un menos rechazo… ya era un gran logro.
Posiblemente si preguntamos a quien tomó la decisión o a quienes asesoraran al que la tomó, nos dirían que el espíritu suele guiar sus decisiones; nunca sabremos si equívoco, pero da la impresión de que nos quieren poco.
En la diócesis creo que no llegan a comprender la complejidad de llevar un pueblo como el de Cuellar; necesitamos gente como Fernando, con un talante conciliador que convence sin imponer, respeta todas las posturas y desde ese respeto se hace querer.
Cierto es que mis palabras salen de una gran amistad que tengo con él y es imposible de juzgar con imparcialidad, pero también es cierto que recojo la opinión de muchas de las personas con las que hablo, entre los que están alguno auto declarado ateo, y que, pese a su pensamiento contrario a la iglesia, tenían palabras de elogio hacia Fernando. Aunar un pensamiento positivo hacia la figura del sacerdote es algo que no es frecuente, quizás anteriormente Javier, actual cura de navas de la asunción, se acercara a ello.
En lo personal siento la marcha de los tres, pero más profundamente la de Fernando, al que me une una gran amistad. Llegó en un momento en el que mi relación con ciertos miembros de esta parroquia era muy mala y con sentimientos negativos hacia ellos; él, poco a poco y siendo un cura para TODOS, supo limar esta negatividad hasta hacerme ver que lo importante es sentirse feliz y orgullosos con lo que uno aporta a los demás, y rechazar todo aquello que te hace sentir mal.
Les deseo a los tres lo mejor en su nueva etapa, que tengan un buen recuerdo de este pueblo y que se acuerden de rezar por nosotros.
Por nuestra parte; recibiremos al nuevo equipo de sacerdotes, al que habrá que enseñar donde están las llaves de las iglesias y que les costará por lo menos un año en conocer a la comunidad y adaptarse a nuestro pueblo que tiene muchas calles empinadas; claro según como las mires son cuesta arriba o cuesta abajo, con buen talante y actitud positiva acaban pareciendo todas llanas.
