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“Desde fuera puede parecer que no, pero YouTube es un medio muy exigente”

Enric Fernández Gel, doctor en filosofía y youtuber

por Guzmán Gila
23 de febrero de 2025
en Segovia
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Enric Fernández Gel, conocido por su canal de YouTube Adictos a la Filosofía, es un destacado divulgador en el ámbito filosófico hispanohablante. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Navarra y doctor por la Universidad de Barcelona, ha publicado obras como “¿Hay filosofía en tu nevera?”, donde acerca conceptos filosóficos al público general de manera amena y accesible. Su capacidad para combinar rigor académico con una comunicación cercana lo convierte en una figura clave para la difusión del pensamiento crítico en el siglo XXI.

—¿Cómo surgió la idea de crear Adictos a la Filosofía?
—Empecé el canal en octubre del 2016. Justo había terminado el Grado de Filosofía en la Universidad de Navarra y un máster en filosofía política en la Pompeu Fabra (Barcelona), y aunque tenía claro que quería continuar con un doctorado, no sabía muy bien con qué tema específico, porque me encontraba en un momento de cambio de intereses. Pero sí notaba en mí las ganas de probar algo distinto, de salir un poco de mi zona de confort. Por aquel entonces yo seguía varios canales de divulgación científica y se me ocurrió la idea de hacer lo mismo, pero con la filosofía. Se lo comenté a un par de personas, me dijeron que era una idea pésima, pero no me lo pensé dos veces y me lancé a la piscina igual. Y hasta hoy que sigo con esto, muy contento de haber tomado esa decisión.

—¿Qué desafíos enfrentaste al comenzar un proyecto de divulgación filosófica en un medio como YouTube?
—Desde fuera puede parecer que no, pero YouTube es un medio muy exigente. No sólo por la competición, sino también porque requiere que te conviertas en experto en 100 cosas distintas: tienes que ser guionista, narrador, editor, humorista, técnico de luces y sonido, etcétera. En mi caso, fui aprendiendo sobre la marcha, a fuerza de prueba y error, y menos mal, porque si hubiera querido tenerlo todo claro e impoluto de antemano, nunca habría empezado. Si uno ve mis primeros vídeos (no, por favor), se dará cuenta.

—¿Cómo describes a tu audiencia? ¿Qué te sorprende más de las personas que te siguen?
—Lo que me sorprende más de las personas que me siguen es justamente eso: que me sigan, que les interesen los temas filosóficos que me gusta compartir con ellos, y que constantemente me pidan más y más. Creo que tengo una audiencia bastante variada, pero en general me da la impresión de que es un público joven-adulto, que no ha estudiado filosofía de modo académico, pero que reconoce en sí las preguntas inmortales que la filosofía ha tratado a lo largo de los siglos, y que está dispuesta a pensar a fondo si uno tiene la deferencia de comunicar en un estilo sencillo y agradable.

—La filosofía puede percibirse como un tema denso o inaccesible. ¿Cómo logras hacerlo interesante y atractivo para el público general?
—Desde siempre, he tratado de incorporar mucho el humor, los memes, y explicar los conceptos del modo más sencillo posible, utilizando ejemplos, metáforas, analogías, historias… Estoy convencido de que el filósofo tiene una misión doble: pensar la realidad, sí, pero luego comunicar su pensamiento. Creo que algo así quiso transmitir Platón con su famoso mito de la caverna: el prisionero que se libera y sale al exterior (y que representa al filósofo), no se queda allí fuera, sino que vuelve a entrar a lo más hondo de la caverna, para intentar convencer a los demás de que la realidad es mucho más rica, grande y bella que las sombras de una pared. Es decir, el camino del filósofo ha de llevarlo a las alturas, pero luego de vuelta a la calle, a intentar “contaminar” a todo el que pueda. El filósofo que se queda encerrado en su propia torre de marfil, con dos o tres discípulos, hablando un lenguaje privado que solamente ellos entienden, para mí es un filósofo fallido.

—¿Qué temas filosóficos generan más interés o debate entre tus seguidores?
—Por lo general, los que son más existenciales, tipo el sentido de la vida, la libertad, la felicidad, lo que está bien y mal, existencia de Dios y del alma, etcétera. En el fondo, las preguntas que desde siempre han preocupado al ser humano: en eso, estamos totalmente unidos a los que nos antecedieron (lo cual es fascinante en sí mismo).

—¿Alguna vez has recibido críticas de académicos o filósofos tradicionales sobre tu enfoque en el canal? ¿Cómo las manejas?
—Es algo que me preocupaba al empezar, pero la verdad es que nunca ha recibido ninguna crítica de este tipo, sino todo lo contrario: de tanto en cuando me llega que en X universidad se utiliza algún vídeo mío para explicar cierto concepto, y eso me llena de motivación. Alguien habrá por ahí al que le parezca “poco serio” enseñar filosofía en YouTube, pero para mí, como decía Chesterton, lo divertido no es lo contrario de lo serio, es lo contrario de lo aburrido. Los temas más serios, en cambio, pueden (y a mi parecer, deben) tratarse de modo sencillo y ameno, para que puedan acceder a ellos cuantas más personas mejor. Lo contrario me parece que peca de elitismo, y de eso ya hemos tenido suficiente en la historia de la filosofía.

—¿Crees que plataformas como YouTube son el futuro de la divulgación filosófica? ¿Por qué?
—Totalmente. Al final, YouTube es una de las plataformas más utilizadas para todo tipo de fines, y entre ellos está la educación. Lo bueno que tiene YouTube es que te permite llegar a una audiencia muy amplia de gente que está interesada justo en lo que uno quiere compartir. Lo único que te pide es hacer buen contenido, que ofrezca valor y enganche con tu público objetivo: YouTube se encarga del resto.

—En tus vídeos, ¿cómo eliges temas que conectan con la vida cotidiana de las personas?
—En general, opto por temas que veo que me han funcionado en el pasado, o que les han funcionado a otros creadores de contenido que mi audiencia sigue. Si veo que hay interés, sigo profundizando; si no, busco algo que les pueda llamar más la atención. No todo se puede conectar con la vida cotidiana de las personas (o yo no he encontrado la manera), pero intento hacerlo en la medida de lo posible.

—¿Qué pensador o corriente filosófica crees que tiene más relevancia para los problemas actuales (climáticos, sociales, tecnológicos)?
—Yo soy muy fan de Aristóteles: creo que acertó en lo esencial de muchos temas, especialmente por lo que respecto a su filosofía práctica (ética y política). La Ética a Nicómaco, por ejemplo, contiene píldoras de sabiduría mucho mejores que las que uno puede encontrar en los típicos libros de autoayuda actuales: empieza por la cuestión de la felicidad, pero no se queda en un análisis superficial del bienestar material o psicológico, sino que pone en el centro la noción de la virtud. Hoy nos pensamos que acumulando dinero, posesiones, placeres, etcétera, seremos felices, pero Aristóteles lleva dos mil años gritándonos, acertadamente en mi opinión, que sin virtud no hay felicidad que valga.

—¿Qué papel crees que debe tener la filosofía en el mundo contemporáneo? ¿Puede competir con disciplinas más “prácticas” como la economía o la tecnología?
—No creo que la filosofía deba competir con disciplinas más “prácticas” como la economía o la tecnología: son esferas de conocimiento e interés diferentes y cada una cumple su función. El papel que me parece que tiene la filosofía en el mundo contemporáneo es el mismo de siempre: pensar las cosas pero muy fuerte, hacerse las preguntas más radicales, alimentar el pensamiento crítico. Uno tiene que ser consciente de que la única alternativa a filosofar por uno mismo es estar viviendo con la filosofía “de otros”, con la que el Poder haya conseguido poner de moda en las instituciones del momento histórico contingente que nos ha tocado vivir. Por ello, el ejercicio de la filosofía es el único camino a la propia emancipación intelectual.

—¿Qué opinas del auge de conceptos filosóficos simplificados en redes sociales como TikTok o Instagram?
—A mí me parece genial: ¡cuanta más presencia tenga la filosofía, mejor! Obviamente, el nivel de rigor y profundización no va a ser el mismo en un corto de un minuto, un vídeo de quince, una conferencia de dos horas o cuatro años de carrera, pero es que cada formato cumple una función distinta. Si sesenta segundos de un vídeo de TikTok o Instagram te han llamado la atención sobre una pregunta filosófica, y eso luego te lleva a profundizar por tu cuenta, ¿pues qué más se puede pedir? Al final, TikTok, Instagram, YouTube… todo eso son herramientas para despertar en el otro el gusto por la filosofía, y llevarlo a que piense por sí mismo y se sumerja en los textos clásicos. No todo el mundo va a ir más allá (lo cual es esperable y comprensible), pero los habrá que sí, y ese es el objetivo.

—¿Qué filósofo o filósofa te ha influido más a nivel personal y por qué?
—Como decía antes, en lo filosófico soy muy fan de Aristóteles. Pero si me preguntas a nivel personal, seguramente optaría más por Platón o Sócrates, que para mí encarnan de un modo más vivo el ideal del filósofo, de la persona enamorada del conocimiento. Uno de los textos filosóficos que más veces he leído, por ejemplo, es la Apología de Sócrates, en la que Platón relata la defensa que Sócrates hizo de sí mismo en el juicio que terminó condenándolo a muerte. Hay algo en la imagen del filósofo que está dispuesto hasta a dar su vida por sus ideas que me conmueve en lo más profundo.

—Si tuvieras que explicar una idea filosófica que cambió tu forma de ver el mundo, ¿cuál sería?
—Hay una corriente en epistemología contemporánea que tiene el nombre poco marketeable de “conservadurismo fenomenal”. Lo que plantea es que uno tiene que fiarse de cómo le parece que son las cosas, hasta que no tenga motivos para pensar lo contrario. Si entro en una habitación llena de gente, por ejemplo, por poder podrían ser todos robots súper sofisticados diseñados para engañarme, pero ponerme a dudar porque sí de que sean personas de verdad, sin tener ninguna evidencia al respecto, sería irracional. Una vez caí en la cuenta de esto (de lo que podríamos llamar la primacía de las apariencias), me dio mucha paz en muchos temas: ¡ya no tengo que suspender el juicio acerca de la realidad del mundo exterior hasta que lo pueda demostrar de modo independiente!
Sin esta idea, yo pensaba que tenía que ser capaz de demostrar absolutamente cualquier cosa, hasta el amor de mi madre, y que si venía un filósofo con una teoría según la cual mi madre, en realidad, no me quería, tenía que suspender el juicio hasta poder demostrar lo contrario. Con la primacía del sentido común como fuente de la filosofía, uno se da cuenta de que es el escéptico el que tiene la carga de la prueba si me quiere convencer de algo que vaya flagrantemente en contra de mi experiencia más básica del mundo. Y que, por norma general, que exista una filosofía según la cual mi madre no me quiere no es un motivo para dudar del amor de mi madre, ¡es un motivo para dudar de esa filosofía!

—¿Qué consejo le darías a alguien que quiere profundizar en filosofía pero no sabe por dónde empezar?
—Bueno, me lo dejas en bandeja para que le recomiende mi libro, ¿Hay filosofía en tu nevera? Ahí he tratado de escribir una introducción a la filosofía en estilo divulgativo, con un tono ameno y sencillo, en el que llevo al lector de la mano por alguno de los grandes temas de la filosofía. Aparte de esto, siempre me gusta recomendar los diálogos de Platón y los distintos volúmenes de la Historia de la Filosofía de Frederick Copleston. Platón, sobre todo en sus diálogos de juventud, es muy entretenido: te presenta a Sócrates utilizando astutamente las preguntas (lo que él llamaba el método mayéutico) para terminar llevando a su interlocutor a contradicciones o absurdos (uno no se extraña tampoco demasiado de los enemigos que llegó a tener). Leerlo es una forma excelente de empezar a familiarizarse con la figura del filósofo.
Por lo que respecta al Copleston, es un manual de historia de la filosofía excelente: muy completo y de lo más objetivo. No es algo para leerse de una sentada (son como cinco o nueve volúmenes, dependiendo de la edición que uno escoja), pero resulta muy útil para consultarlo de manera esporádica. Yo siempre lo he utilizado cuando quiero estudiar un nuevo autor: voy al manual para que me dé un marco completo del pensamiento de ese filósofo, y con eso me siento ya preparado para profundizar en su obra principal.

—¿Cómo es tu proceso creativo? Desde elegir un tema hasta grabar y editar un vídeo.
—Siempre que me viene alguna idea, la apunto y pienso algún título y miniatura llamativos que le puedan encajar. A partir de ahí, trato de encontrar buenas fuentes para escribir el guion, que es lo que más tiempo me lleva. Grabar es un momento, y después el material se lo paso a mi editor. Hace un año o dos me lo editaba todo yo pero me quitaba demasiado tiempo.

—En muchas ocasiones te has declarado creyente, ¿cómo afecta tu fe a tu pensamiento filosófico? ¿Puede haber armonía entre la fe y la razón?
—Como creyente, claro que puede haber armonía entre la fe y la razón, pues ambas provienen de la misma fuente última, que es Dios. Y como filósofo, nunca me he encontrado nada que me muestre lo contrario, sino al revés: creo que hay numerosos motivos desde la razón, desde la filosofía, que pueden hacer razonable la fe. En este sentido, para mí la retroalimentación es mutua: mi razón robustece mi fe, porque me la hace razonable, y mi fe me anima a usar mi razón, porque es una de esas herramientas que Dios me ha dado para conocer la verdad.

—Si pudieras dejar una sola enseñanza o idea a tu audiencia, ¿cuál sería?
—Si no piensas por ti mismo, otros lo harán por ti.

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