Mucho se ha escrito sobre la figura de Alfred Hitchcock, ¿pero filmado? Nada. Hasta hoy, porque se acaba de estrenar una película que lleva este mítico apellido por título y que protagoniza Anthony Hopkins, dando vida a este hijo de tendero, el menor de tres hermanos, que nació en Leytonstone, Londres, en 1899. Sus inicios fueron difíciles, y eso le curtió, ya que no hay mayor temor que no saber qué comerás hoy.
«La duración de una película debería ser directamente proporcional a la capacidad de la vejiga humana», afirmó una vez, tipificando una carrera repleta de inteligentes películas comerciales. Hacía cine para la audiencia, llevando su técnica hasta el límite para asombro y deleite del público. Hitchcock era una verdadera marca comercial, cuya corpulenta silueta era incluso más famosa que sus películas y cuyo nombre, a menudo, eclipsaba a los mismos actores.
En su época, su película Vértigo. De entre los muertos fue votada mejor filme de todos los tiempos. Ahora, una nueva película biográfica llamada Hitchcock pretende descubrir al hombre que había tras algunos de los mayores éxitos del cine. En esta ocasión Anthony Hopkins hace de Hitchcock y Helen Mirren de su esposa, Alma Reville.
Con tan solo 14 años, Hitchcock se matriculó en Ingeniería en el London County Council School of Engineering and Navigation y acabó trabajando en la empresa de televisión por cable Henley’s. Al principio fue diseñador, pero su creatividad le llevó a crear los anuncios de la empresa y, finalmente, a escribir para su publicación interna, The Henley Telegraph. Su pasión por los finales enrevesados quedó patente de inmediato, ya que en 1919 publicó una historia titulada Gas, en la que una joven se imaginaba que era asaltada en París, descubriendo al término de la cinta que solo estaba sentada en el dentista bajo los efectos de la anestesia.
Hitch escribió muchas historias para la edición de la televisión en la que trabajaba a lo largo de 1921, año en que publicó el último relato, Fedora.
Posteriormente, y fascinado por la fotografía, Hitchcock empezó a trabajar en la dirección de películas; al principio, como diseñador de rótulos. En el estudio Famous Players-Lasky en Londres conoció a Alma Reville, asistente de dirección y editora, con quien se casó en 1926. Reville se convirtió en la mayor confidente de Hitchcock, colaborando con él en todas sus películas en labores oficiales y no oficiales. Estuvieron juntos hasta la muerte de Hitchcock en 1980.
El director debutó en Berlín en 1924, en una producción anglo-alemana llamada The blackguard. Pero su verdadero inicio no se realiza hasta que rodó a la edad de 25 años El jardín de la alegría, que se trataba de una divertida comedia sobre dos bailarines.
Una de las características más singulares del cine del londinense era hacer cameos en muchas de sus películas. Estas apariciones empezaron en 1927, cuando Hitchcock dirigió El enemigo de las rubias. La película sirvió de introducción a muchos temas que el autor iba a explorar más tarde. Él realizó el papel de un operador de teléfono durante tres minutos como sustitución de última hora de un actor que finalmente no pudo hacer el papel, y Alma también hizo una breve y única aparición.
Las incursiones de Hitchcock continuaron en las siguientes películas. De hecho, se hizo tan famoso por ellos, que tuvo que empezar a hacerlos al principio de las películas para no distraer la atención del argumento.
Sin lugar a dudas, una de las pasiones del director fueron las rubias. De Grace Kelly a Ingrid Bergman, Tippi Hedren, Kim Novak, Janet Leigh y muchas otras. «Las rubias son las mejores víctimas», afirmaba y añadía que «el público sospecharía de las morenas».
Después de una exitosa carrera en Gran Bretaña, Hitchcock se mudó a Hollywood en 1939 e inmediatamente se vio beneficiado por el sistema de estudios de la época. Su primera película en Estados Unidos fue Rebeca, basada en la novela de Daphne du Maurier y protagonizada por Laurence Olivier y Joan Fontaine, ganó el Oscar a la mejor película, aunque no consiguió el premio al mejor director.
Pero fueron los años 50 su período más exitoso, cuando el creador perfeccionó su técnica. Películas como Extraños en un tren, Crimen perfecto y Atrapa a un ladrón se convirtieron en éxitos populares. Hacia finales de la década, realizó quizás su película más venerada, Vértigo. Entre los muertos, con James Stewart y Kim Novak.
Después, le siguieron dos películas que iban a definir su estilo: Con la muerte en los talones y Psicosis. El cineasta tardó seis días en grabar la famosa escena de tres minutos de la ducha, en la que Janet Leigh es brutalmente asesinada. Se filmó desde 77 ángulos diferentes y contiene 50 cortes. Leigh insiste en que no se usó un doble para la escena, lo que propició que tuviera miedo de ducharse durante el resto de su vida.
Hitchcock dirigió su última película, La trama, en 1976, aunque continuó elaborando proyectos hasta su muerte en 1980. Su ritmo disminuyó debido a su deteriorada salud y a un ictus que sufrió Alma. Su película número 55 iba a ser un thriller de espías titulado The short night. El guión nunca fue terminado.
En 1979, el American Film Institute concedió a Hitchcock su prestigioso premio honorífico a toda una carrera. En su discurso de aceptación dijo: «Quiero pedir permiso para mencionar únicamente el nombre de cuatro personas que me han brindado su afecto, su aprecio y apoyo. La primera es una editora cinematográfica, la segunda es una guionista, la tercera es la madre de mi hija Pat y la cuarta es la mejor cocinera. Sus nombres son Alma Reville».
