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DESAPERCIBIDO ANIVERSARIO

por Emilio Montero Herrero
11 de septiembre de 2025
en Tribuna
EMILIO MONTERO
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Luis Mester

¡Aquellos trenes de vapor!

LA UE Y EL INDULTO A PUIGDEMONT

El pasado 5 de julio de 2025 se conmemoró en España la despenalización del aborto en ciertos supuestos, aprobada por la Ley Orgánica 9/1985. El saldo de esta ley hasta nuestros días es de 2,4 millones de víctimas inocentes. Por supuesto el problema es mundial, pero no está nada mal nuestra aportación.

Actualmente el aborto es la primera causa de muerte en el mundo, dato que no lo verán indicado en las estadísticas oficiales junto a las enfermedades crónicas o los accidentes de tráfico. Y está tan normalizado, que se habla de él como de ir al dentista a sacarse una muela.

Si el niño es indeseado, no es humano. Así podríamos resumir la teoría del aborto. Y con esta premisa tatuada en la frente pretendemos ser una sociedad solidaria y progresista.

Supongo que los abortistas deberían sentir una fuerte sensación cuando utilizan el término bebé para descubrir un nuevo embarazo. Pero, si llaman o se lleva un bebé cuando alguien está embarazada, también lo será independientemente del tiempo de gestación. Sin embargo, ellos no ven nada malo en finalizar el proceso de crecimiento de un feto en determinado momento, al no considerarlo completamente humano hasta que haya crecido lo suficiente como para vivir fuera del útero. Según esto, cuando miran la pantalla de una ecografía no sé qué tipo de ser que no sea humano ven.

Recuerdo haber visitado en la unidad de cuidados intensivos neonatales de un hospital a un bebé de unos amigos. Al recorrer la UCI neonatal comprobé la existencia de unas cunas de cristal en las que se encontraban unos diminutos cuerpecitos en sus incubadoras, enganchados a tubos y monitores. Todos dormían pacíficamente, con el pecho moviéndose rítmicamente. En las cunas había notitas cariñosas pegadas a las paredes transparentes de las cunas, donde ponía: El hombrecito de mamá o nuestra superniña.

Cuando llegué a la cama del hijo de mis amigos y vi su cuerpo perfecto, pensé en que tenían la misma edad que los bebés que se abortan en muchos sitios sin piedad, sentí una gran tristeza.

El aborto no reconoce el derecho a la mujer a decidir sobre su cuerpo, porque el cuerpo del niño está dentro de la madre, pero no es el de la madre, o habría que considerar a una mujer embarazada como una humana con cuatro piernas y dos cabezas. Ese otro ser que tiene su propia dignidad y derecho a una existencia.

Lo menos malo del aborto tampoco es otorgarle al estado el poder de establecer un plazo arbitrario dentro del cual la vida de los humanos es eliminable: 14 semanas, 21 semanas, 17 semanas, 24 semanas… La vida humana comienza por lo visto en una semana distinta en España que en Suecia u Holanda.

Así mismo, con frecuencia se esgrimen argumentos en casos límites para defender el aborto. La mayoría se basan en fetos con grandes malformaciones, que normalmente no llegan a término durante la evolución del embarazo, o que pueden morir dentro de las primeras horas después de su nacimiento. En estos casos se pone a prueba el compromiso con el otro y la solidaridad en su fragilidad extrema, para acogerlo el tiempo necesario dentro de los límites que tiene la vida y bajo una atención médica razonable y en contra de cualquier intervención fútil. Es donde se pone a prueba el sentido más profundo de nuestra humanidad. Pero no solo de casos extremos se habla, se pretende con el aborto, a su vez, poner fin a vidas humanas que tengan cualquier discapacidad generada por otras enfermedades, de manera totalmente discriminatoria de la persona humana.

Las razones sociales de violación, pobreza, condiciones de vida infrahumanas, están muy distantes de que sea justo y razonable pretender solucionarlas por la vía del aborto. Es deber del Estado repensar sus políticas, por ejemplo, de educación sexual, donde lo que se promueve a la juventud es un concepto de sexualidad lejano al respeto a su propia dignidad, a su cuerpo, a su unidad como persona, al valor que tiene una sexualidad bien entendida. El Estado, ante las consecuencias de su política de educación sexual, a todas luces erradas, y ante los hechos consumados, genera entonces, como solución, políticas mal llamadas de salud, con la aprobación, por ejemplo, de la píldora del día después, o en este caso aceptando que, por ser un problema de salud pública, es necesario aprobar el aborto. Nada más lejano del verdadero papel del Estado y de lo que debe ser la política en salud.

En medio del estruendo ideológico que rodea el debate del aborto, la realidad se impone con una sencillez que desarma: cuando una mujer escucha el latido del corazón de su hijo en el vientre, muchas deciden no abortar. No es magia. No es imposición. Es el resultado natural de un vínculo humano, profundo, que ninguna consigna feminista ni dogma izquierdista puede silenciar.

En España, la izquierda ha impuesto desde el BOE una cultura de muerte donde el aborto se presenta como un derecho inapelable, intocable y obligatorio de financiar con dinero público. Y la derecha calla y consolida. ¿Por qué se las niega el acceso a una simple ecografía con sonido? ¿Tienen miedo de que escuchen a su hijo?, porque está más que demostrado que puede salvar vidas humanas, y lo saben.

Es necesario romper con el totalitarismo izquierdista que impone el aborto como única salida y una derecha cobarde que no es capaz de defender la vida.

Necesitamos devolverle a la mujer la verdad, la libertad y el derecho a saber qué está haciendo. Se necesita proteger a los más inocentes: los que aún no pueden defenderse, pero ya sienten, ya viven, ya laten. Ley y medicina deben estar hechas para proteger al inocente e indefenso.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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