Tras casi cubrir el primer tercio de competición en su estreno en Liga EBA, el Claret tiene un diagnóstico complicado por procesar. No solo es el único equipo de su grupo que no conoce la victoria tras diez jornadas, sino que el margen de las últimas derrotas invita a pensar que cunde el desánimo en una plantilla diezmada por semejante mochila anímica. Los segovianos cayeron el sábado en el Emperador Teodosio ante el Leclerc, leonés, en teoría uno de los equipos de su liga en busca de una permanencia que cada día se torna más lejana.
El guion del encuentro fue parecido al de la mayoría de derrotas en casa. Primero, una buena puesta en escena, con un notable primer cuarto en la parcela ofensiva que les permitió llegar en tablas al final del primer cuarto, cortesía de un triple de Miguel Pérez, el mejor de los locales con 26 puntos. Después, llegó la primera sequía: cinco minutos sin anotar y un parcial demoledor de 10-0 que les alejó para siempre de sus rivales, que mantenían el colchón cuando llegaba el descanso (32-44).
Otro mal del Claret es la vuelta tras el descanso. El tercer cuarto exigía una reacción, pero los locales cedieron definitivamente el encuentro con un parcial de 11-0 que elevó la distancia entre ambos equipos por encima de los 20 puntos. Así se llegaba al final del tercer cuarto (51-70). Si bien en otros partidos el Claret hizo un último intento de resistencia y recortó distancias en el tramo final, no ocurrió en esta ocasión y el marcador final no tuvo paliativos (63-89).
Además de Pérez, Álex Young, con 19 puntos, fue el único jugador en superar los cinco puntos en una lista con solo seis anotadores. El problema de tener pocos efectivos anotadores es que los ataques se tornan previsibles y las defensas van aprendiendo en quién centrar su atención. El Claret perdió la batalla por el rebote (10 menos), cometió más pérdidas (17) y se cargó de faltas (22 frente a las 13 del Lecrec, que rozó el 50% en tiros de campo pese a su mala tarde en el triple).
