El deporte paralímpico ha dado otro paso hacia su normalización. Tanto en los Juegos de Verano como Invierno se está dando una transformación grande, habiéndose mejorado las condiciones de los deportistas con el Plan A.D.O.P.
Ha sido un camino muy largo, y se siguen dando pasos para llegar al pleno reconocimiento. Hay dificultades porque siguen existiendo las barreras mentales que son las peores, al no permitir una igualdad real de oportunidades. No se les sigue considerando deportistas de alto nivel, sino deportistas de alto rendimiento o de élite.
Así explica José Manuel Ruiz, el primer palista con discapacidad en participar en la Súper-división de Tenis de Mesa, uno de los pocos deportistas del mundo que compite en la élite junto a otros sin discapacidad, siendo el primer deportista en participar en siete Juegos Paralímpicos. “Hemos avanzado mucho” dice.
Sara Revuelta fue la primera jugadora española de baloncesto en sillas de ruedas en jugar en los Estados Unidos. Sara tiene que conformarse con jugar torneos mixtos a la espera de la creación de una competición femenina: “Hay suficientes chicas, el problema es que hay que empezar por la base y que de pequeñitos se vayan familiarizando con la discapacidad y el deporte adaptado”.
Otra deportista paralímpica de renombre es Astrid Fina, a la que un accidente de moto le destrozó el pie de tal manera que tras dos años y trece operaciones decidió cortárselo. Superando una serie de pruebas, probo el snowbdard. Se presentó a las primeras pruebas de acceso al equipo nacional y, en menos de dos años, disputaba sus primeros Juegos Paralímpicos. Cada vez son más los que hacen caso omiso de lo que carecen y se concentran en mejorar con lo que sí disponen.
