“Yo no me doy por vencido” gritan los infantiles granadinos, después de un partido vibrante en el que 3 puntos de diferencia en 2 robos finales les aparta de su sueño para la fase final de la minicopa y un entrenador que reconoce el trabajo a todos sus jugadores, los convocados y los que no lo estaban, porque en un partido casi perfecto los errores llegan al final y hay que convivir y asumir el error. Ya han dejado huella.
El deporte de formación tiene cada vez más presencia en redes, su visibilidad a veces desvía la atención a conductas no apropiadas o un abuso del protagonismo y emulación de referentes que en ocasiones abochorna, pero también nos acerca al trabajo, los valores y muy especialmente a la evolución del entrenador/a. Estos días la Minicopa Endesa nos da la oportunidad, gracias al trabajo de su departamento de comunicación, de ser uno más en partidos y vestuarios. Podemos vibrar, emocionarnos y empatizar con ellos, presenciamos charlas que trascienden y momentos que reconocen el trabajo de propios y contrarios.
En Segovia no estamos lejos de ello se empieza estableciendo valores, trabajando, persistiendo, encontrando el “genoma” del equipo, del juego y dejando huella en cada oportunidad de competir.
Eso que hacen los nuestros y las nuestras y es muy representativo en su juego. Tomemos como ejemplo otro deporte, el juego del Segosala Femenino ejemplifica la importancia del estilo de juego, del dejarse todo en la cancha, del compromiso del equipo, se van unas y llegan otras pero ese equipo deja huella, una huella que las lleva a asumir un nuevo reto metiéndose en octavos de Copa y a no desviar la vista de su liga.
Huellas que dan pasos como el de Idaira Prieto que ayer lo dio todo entrando como mejor tercera española y 24 en su primer europeo femenino de campo a través, una atleta que ya deja huella.
