La famoso axioma de que se come más carne de buey de la que produce, no tiene cabida en el restaurante El Riscal, en Carbonero el Mayor. Es el único establecimiento que garantiza su autenticidad hasta el punto de que sus mismos propietarios cuidan los animales que se degustarán, y que son auténticos bueyes de trabajo español.
Su legitimidad la acredita la marca registrada ‘Cabu’. Pero también la respaldan los numerosos clientes que llevan medio siglo conociendo el buen hacer de los propietarios del restaurante que un día fundaron Jesús García Pascual y su esposa Petra Alvarez García en 1958 en el centro de Carbonero. Luego, en 1977, se trasladó al exterior comenzando así una nueva época. Hace 15 años, la puesta en marcha de su explotación vacuna dedicada a la cría de bueyes abrió una nueva etapa en la marcha de esta empresa que actualmente regentan los hermanos Jesús y Javier García Alvarez.
De la hostelería se encarga Jesús, mientras Javier dedica más tiempo al ganado.
En la amplia carta del restaurante no faltan los productos típicos de Carbonero, como el jamón, el chorizo casero o los lechazos asados. Pero la salsa en este caso se la lleva la carne de buey que les garantiza todo el año el centenar y medio de berrendos que crían en su finca ‘Naturbuey’.
Los bueyes pasan el tiempo suficiente hasta adquirir un engrasamiento óptimo que luego se traduce en una extraordinaria calidad de carne. Son sacrificados en el momento en el que consiguen el peso ideal, entre los 800 y los 1.100 kilogramos y algo más de ocho años de vida. Tras los rigurosos controles de sanidad, las cámaras del restaurante acogen la maduración precisa. El resultado final es una carne de inmejorables características organolépticas y una buenísima infiltración de grasa. Se sirve fileteada en crudo junto con piedras de barro calentadas a altas temperaturas en el restaurante ‘El Riscal.
En el restaurante carbonerense también han conseguido un alto reconocimiento las tencas que se reproducen en el mismo lugar gracias a las lagunas formadas en la explotación ganadera. Pero que nadie se sorprenda si también le ofrecen mortadela: quien la ha aceptado no ha salido disconforme.
