«No tengo ninguna expectativa”, afirma riéndose Juana, una de las concursantes de la nueva edición de MasterChef, pero ya ha sorprendido al exigente jurado del programa de Televisión Española con una “perfecta” caldereta al estilo de Matabuena y un solomillo con almejas. Natural de la localidad segoviana de Navafría, donde vuelve cada vez que puede, reside en Madrid desde hace años, como conserje en una comunidad de vecinos, a los que siente como su familia. Esta segoviana de 75 años, que podría convertirse en la próxima ganadora de MasterChef, es una persona muy emotiva, humilde y con un gran corazón. Su marido es “todo” para ella y se comprenden a la perfección, y tiene un hijo que aún vive con ella, que le ayuda en todo lo que puede.
A pesar de que ya podía estar jubilada, continúa trabajando como conserje “porque me encanta”. “Me ocupo del mismo edificio desde hace veinte años, aunque a las familias las conozco desde el año 63, y les quiero a todos muchísimo, son mi familia”, explica Juana.
Se fue de Navafría a los 17 años, a trabajar con la familia de médicos Moreno Herrero, con los que nunca ha perdido la relación. “Han sido mi familia. Allí cociné lo que no está escrito y todos me decían que estaba todo riquísimo”, comenta. Sigue viniendo a Navafría, donde tiene familia, concretamente su hermano mayor, que lleva toda la vida trabajando en el pinar. Juana tiene una casita “humilde” en la localidad serrana, y le gusta ir cuando el trabajo se lo permite.
La afición de la cocina le viene a Juana de familia, ya que sus abuelos eran carniceros, y recuerda que asaban cochinillos y corderos para bodas. “Nosotros teníamos una pequeña tienda donde vendíamos de todo… Nos quedamos muy pequeños sin padre. En el año 55 el luto era el no va más y yo estuve muchos años de luto. Mi madre hizo todo lo que pudo para que no pasáramos necesidad, y yo empecé a servir como profesión, porque siempre me ha gustado servir a los demás. Eso ha sido lo que me ha gustado y me gusta, porque si no ya me habría jubilado”, señala.
Le gusta cocinar de todo, aunque su fuerte es la cocina tradicional. No tiene ningún plato favorito, y recuerda que en Navafría comían muchas judías porque las sembraban. También comían un cerdo “increíble”, al ser sus padres y abuelos carniceros, “así que entiendo perfectamente la carne”.
Su pueblo es muy conocido por el plato de cochifrito. A Juana le gusta y también lo cocina, “pero no lo hago como se suele hacer en los bares de la zona”. También asa el cochinillo y el cordero “bastante bien; no como los profesionales que lo hacen todos los días, pero lo sé cocinar más bien que mal”.
Participa en MasterChef porque le han animado sus vecinos. “Fui valiente y me presenté. En el casting hice perfecta la caldereta que hacen en Matabuena. Y en la última prueba cociné un solomillo con almejas, para hacer honor a las dos cosas, productos que he usado mucho a lo largo de la vida, y me gané el delantal”, afirma satisfecha Juana.
