Fue, era, la Segovia de otros tiempos. No tan lejanos, no se crean, pues los teníamos aquí a principios del siglo XX. Un ejemplo, los carruajes que llevaban al viajero desde la Plaza Mayor a la estación del Ferrocarril. Aquella que, entonces sí, estaba en las afueras, para, pasados unos pocos años quedarse en las ‘adentros’, ubicada en el amplio ‘complejo’ del Arrabal del Mercado.
De eso, de los transportes interiores, escribo. Los coches de línea, también conocidos como ómnibus, salían de la Plaza Mayor con llegada a la estación y viceversa. Coste/billete 50 cént. Si equipajes llevaban, por cada baúl siempre que no superara los 50 kilos, 50 cént.; por cada maleta 25 cént.
¿Qué sucedía si el viajero querían que le recogieran fuera del la línea seguida por el transporte? Pues que le ‘penalizaban’ con una peseta. Que la familia era amplia y necesitaba transporte completo: lo tenía por 4 pesetas. También se llevaba lo de hacer ‘turismo’. Así, por un vehículo para visitar monumentos y otros lugares de la ciudad, en coche de seis asientos y siempre que el tiempo no excediera de tres horas: 12 pesetas (0,0721 euros). Si superaba el tiempo marcado el suplemento era de tres pesetas más.
Había servicio también entre la capital y La Granja, tanto en coche de línea como berlina y ómnibus. Precio/billete en ida y vuelta desde la Estación del ‘ferro’ para una misma persona, 3 pesetas. Un Landeau (1) con máximo de cinco personas desde la Estación al Real Sitio y regreso, en horas desde las doce del día hasta las ocho de la tarde, pudiendo retener los viajeros el coche todo ese tiempo, 20 pesetas. El servicio de transporte referido tenía otras alternativas. Si los viajeros iban al teatro y salían tarde pedían retener el coche hasta su salida y pagaban por ello 5 pesetas. Por el contrario, si era servicio nuevo, tanto en la ciudad como el Real Sitio y en hora superior a la siete de la tarde, el golpe a la cartera era de 20 ‘pelas’ (0,1202 E).
¿Qué itinerario seguían los carruajes? Como ejemplo: desde la estación a la Plaza discurrían por la Avenida del Obispo Quesada, Paseo Conde de Sepúlveda, Santo Tomás, Asunción (hoy Ezequiel González) y Perocota (hoy parte final de la Av. del Acueducto). Azoguejo, San Juan, San Agustín, desvío hacia la Trinidad, Victoria (Valdeláguila), plaza del 4 de Agosto y Plaza Mayor. El recorrido total era 2.500 metros que los carruajes se ‘comían’ en 15 minutos. Desde la Plaza a la Estación, recorriendo la calle Real, tenía trescientos metros menos.
Lean, si es que quieren conocer cómo se ‘cocina’ una tradición. Ya escribí hace algunos años sobre ‘genio y figura’ de Mencía del Águila,—‘mujer tirana y soberbia’—, que dejo escrito Colmenares (2), y de ‘armas tomar’. Ella era la responsable del gobierno de la Ciudad y sus decisiones inapelables. Más, hete aquí, que uno de sus hijos, ¿1313? fue condenado a muerte. Pero, Mencía era mucha Mencía, y consigue el perdón en la corte. Enterados sus enemigos de tal perdón, ejecutaron la sentencia sin previo aviso. La señora, entre las muchas decisiones que tomó (represalias), pagó una fundación en la iglesia de San Martín, consistente (¡ojo al dato!), en que antes de cada ejecución una campana, en este caso la ‘La Carnicera’, sonara anunciando tal evento. El volteo de la campana tenía que durar media hora. La tradición se mantuvo hasta tres siglos después.
¿Se preguntaron alguna vez cómo serían las viviendas de los habitantes de la ciudad entre los siglos XVI, XVII y un poquito más? Pues… Lo normal es que los habitáculos no tuvieran más de cuarenta metros cuadrados. Escueto espacio para una familia ‘cortita’. Por ello se notaba más cuando aparecía alguno que lo superaba. Ejemplo. En la ciudad había tres ‘solares’ de más de 100 metros. Uno en San Marcos, que incluía corral, otro en Barrionuevo, junto a la Catedral, y un tercero en San Miguel que tenia 470 metros, incluidas cuadras.
Por comparar. La casa que adosaron, existente aún, a uno de los laterales de la iglesia de San Miguel, inicio de Cronista Lecea, se construyó sobre un solar de ¡nueve metros!
(1) Landau, carruaje de cuatro ruedas inventado en Alemania, Se distinguía por dos capotas abatibles, una en cada extremo.
(2) ‘Historia de la Insigne Ciudad de Segovia’, capítulo XXIV.
