Una de las cosas más bonitas, desde mi punto de vista, que tiene la Historia del Arte, es el hecho de disfrutar de los distintos nombres populares que pueden recibir edificios y lugares. Este es el caso del Costurero de la Reina.
El nombre oficial con el que deberíamos referirnos a él sería el de Templete o Cenador de los Jardines aunque también fue conocido como Gabinete Dorado o Cenador de Mármoles. Se trata de un espacio de planta octogonal, totalmente labrado en piedra rosa de Sepúlveda, una gran decoración tanto interior, pese a que lo encontremos cerrado, como exterior, especialmente representada a través de los bajorrelieves con las armas de los Borbón y los Farnesio, trofeos, productos y representaciones de las cuatro partes del mundo, así como las columnas de orden jónico y las máscaras que presiden las entradas y que representan las estaciones del año.
Se encargó de proyectarlo, como no podía ser de otra manera, René Carlier, del que ya hablamos en ocasiones anteriores, y de su rica decoracion Fremin y Thierry.
El hecho de que el nombre que recibe se deba a una tradición popular, se encuentra en el hecho de que el coser, no era ni mucho menos una de las aficiones de la reina Isabel, sino que alguna de las múltiples personas que tenía a su disposición era quién se encargaba de hacerlo.
Probablemente el templete fuese utilizado para realizar pequeños corrillos, tradicionales en la historia del lugar, cuando el tiempo no permitiese hacerlos en el jardín o para la celebración de algunos conciertos privados, que pudiesen realizarse en su interior, valorando que quizás tuviese lugar alguno de los que Felipe V necesitaba para paliar sus trastornos y que contaron durante mucho tiempo con la participación del célebre Farinelli.
Un poco de Cenador en ese Costurero.
