Después de varias semanas de combates sangrientos en Alepo, el epicentro financiero de Siria, las ofensivas se trasladaron ayer a Damasco, donde los rebeldes iniciaron una dura batalla para conquistar el fuertemente controlado barrio gubernamental de la capital. Allí, atacaron la embajada de Irán (uno de los más fieles aliados al régimen) y llevaron a cabo un atentado con bomba contra un edificio del Ejército, en el que al menos tres personas resultaron heridas, que se encontraba junto a un hotel en el que se alojan observadores de la misión de Naciones Unidas. Un ataque al que las tropas leales al presidente, Bachar al Asad, respondieron con contundencia, lo que derivó en enfrentamientos a tiros entre los dos bandos en las calles de la ciudad.
El Ejército Libre Sirio, el principal grupo armado opositor, reivindicó las explosiones, que provocaron diversos daños en el edificio oficial. «Esta operación es una respuesta a los asesinatos cometidos por las fuerzas de seguridad en todo el país», explicó un portavoz insurgente.
Por su parte, el viceministro de Exteriores, Faisal al Mokdad, señaló que no hubo heridos entre los observadores de la ONU y lamentó que esto «es un acto criminal que muestra el tipo de ataques que está sufriendo la nación», al tiempo que agregó que «es obra de terroristas que intentan desestabilizar Siria».
Mientras, los sublevados remarcaron que el objetivo del ataque era el Centro de Mando militar y advirtieron que «continuaremos desarrollando operaciones similares en la capital hasta que consigamos alcanzar el Palacio Presidencial».
Horas después del atentado, las tropas leales a Al Asad se enfrentaron a tiros con los rebeldes por las calles del centro de Damasco. Los tiroteos comenzaron cuando los opositores armados atacaron varios puestos de control de las fuerzas de seguridad gubernamentales en la zona occidental de la capital, en el distrito de Mezze, según los activistas. En la parte norte, se escuchó una fuerte explosión.
Durante esos enfrentamientos, las milicias sublevadas aprovecharon para atacar la Embajada de Irán y la oficina del primer ministro con proyectiles, sin que al cierre de esta edición se conociera si los ataques habían ocasionados víctimas. De hecho, a última hora de la noche los barrios de Al Qadam y Al Asali fueron bombardeados por el Ejército.
Mientras tanto, en Alepo, las fuerzas gubernamentales lanzaron varios proyectiles aéreos contra un hospital, considerado un importante enclave de los rebeldes, dejando herida a una persona.
«Si nos hubiésemos detenido otros cinco minutos, hubiésemos muerto», afirmó un médico, que estaba llevando a cabo una operación en la quinta planta del edificio sanitario minutos antes del ataque. En el momento del bombardeo habían 15 ingresados en el hospital, los cuales fueron trasladados a otro centro de salud. Camas cubiertas por polvo y algunos aparatos rotos se podían ver en el edificio que resultó notablemente afectado.
El doctor explicó que el 90 por ciento de los pacientes que fueron atendidos posteriormente eran civiles que necesitaban tratamiento por presentar heridas de bala.
