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D. Cuesta Gómez – El diablillo de San Juan y el nazareno de San Agustín

por Redacción
29 de enero de 2019
en Opinion, Tribuna
daniel cuesta gomez
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Durante estos días, la polémica del diablillo se ha vuelto contra el nazareno de la Calle San Agustín. Una escultura que, pese a estar escondida y pasar un poco desapercibida, ha demostrado ser del desagrado de una parte de la población que hasta ahora se había mantenido en silencio. Así, mientras unos se levantaban en armas en contra del diablillo, otros respondían con su particular campaña anti-nazareno (algo muy español, por otra parte).

Uno de los argumentos utilizados en contra del nazareno es que se trata de una escultura religiosa. Ciertamente, es algo que tiene su lógica, sobre todo si se piensa que religiosas eran las razones que presentaban otros en contra del diablillo. Sin embargo, creo que este argumento es insuficiente. En primer lugar, porque va en contra de la libertad de expresión de la que gozamos en nuestro país. Y en segundo término porque, a mi modo de ver las cosas, esta escultura está lejos de ofender los sentimientos de nadie. Otra cosa sería que llegásemos a considerar que los monumentos religiosos son símbolo de otra época y no tienen cabida en nuestra sociedad. En ese caso, no sólo tendríamos que retirar al nazareno, sino también la estatua de San Juan de la Cruz, el monumento a Juan Pablo II y otros tantos. Y, gracias a Dios, creo que no nos encontramos en ese momento.

Otra de las quejas que se lanzan al nazareno es, curiosamente semejante a las que se arguyen contra el diablillo: que es feo. Pues bien, ante la fealdad o belleza del nazareno, creo que no cabe más que responder que, pese a que sobre gustos se ha escrito muchísimo… los criterios de belleza y fealdad siguen siendo subjetivos. A unos les parece feo el nazareno y bonito el diablillo, a otros les pasa lo contrario, a otros les parecen feas las dos… y, sin embargo, parece que ambas están llamadas a quedarse en nuestras calles.

A esta crítica de la fealdad se une el que, en opinión de algunos, no se preguntó a la ciudadanía si deseaban tener en Segovia un monumento así. Es cierto que no se hizo un proceso de participación ciudadana, sino que la idea partió de un amplio grupo de cofrades segovianos que quisieron hacer un homenaje a la Semana Santa de nuestra ciudad con motivo del centenario de la Procesión de los Pasos. Este modo, dicho sea de paso, suele ser el habitual a la hora de erigir monumentos de cualquier índole. Y, además, creo que no se trata de nada extravagante: Zamora cuenta con un monumento a su Semana Santa, Ávila, Medina del Campo, Astorga, Sahagún y Medina de Rioseco también y Valladolid acaba de sacar a concurso la realización del suyo. Pero, si bien la ciudadanía no fue consultada, lo cierto es que el monumento se colocó con el permiso del Ayuntamiento. De hecho, no está mal recordar que la estatua no se encuentra en el lugar que la Junta de Cofradías propuso, dado que se juzgó que era un lugar demasiado preeminente y que la escultura no cuajaba con la monumentalidad de nuestra ciudad. Esta es la razón por la que el monumento a la Semana Santa de Segovia se encuentra escondido en la calle de San Agustín.

Por último, algunos califican al nazareno como un monumento al KKK, que por ello debía ser retirado. Personalmente este argumento es el que más me entristece, porque me demuestra que, pese a toda nuestra rica historia y cultura, lo norteamericano nos ha ganado la batalla. Y es que, parece que algunos han olvidado (o pretenden hacernos olvidar) que los hábitos penitenciales rematados por un armazón de cartón cónico al que conocemos con el nombre de capuchones o nazarenos, forman parte de la idiosincrasia de la Semana Santa española al menos desde el siglo XVII. Este tipo de vestimentas y manifestaciones son (al igual que la leyenda del Acueducto) parte del patrimonio inmaterial de nuestra ciudad y, por tanto deberían ser valoradas, cuidadas y potenciadas por Segovia, como parte de su identidad y también como atractivo turístico.

Todo lo visto hasta aquí nos demuestra que, pese a sus amplias cotas de participación, a su declaración de Interés Turístico Nacional, o a los numerosos turistas que admiran las procesiones, nuestra Semana Santa no está arraigada en la vida de la ciudad. Para muchos particulares y para algunas instituciones, con la Semana Santa ocurre lo mismo que con su monumento de la Calle San Agustín: no está mal tenerla, no hace demasiado daño (aunque a su juicio no sea bonita ni representativa de nuestra época), pero conviene que esté escondida y olvidada.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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