Huyendo de la soledad e intentando sortear las cotas y valles de los gráficos de las oleadas de contagios, algunos empezamos a vislumbrar el momento de poder recuperar aquellas reuniones entre amigos y allegados, que disfrutábamos regularmente antes de la pandemia. El recuerdo de esos ratos, suele ser siempre el de unos momentos placenteros, pero también hay que decir, que entre lo variopinto de las procedencias de los convocados y las diferentes perspectivas que tenemos sobre las cosas y los consiguientes alineamientos, en ocasiones se barrunta cierta tendencia al conflicto, eso sí, sin llegar al peligro de las cenas de Nochebuena.
Nunca faltan los comentarios tópico-típicos, tradicionalmente conocidos como de ‘cuñado’, pero eso ya lo habrán deducido
A lo mejor, se preguntarán que dónde está el parecido. Pues les diré, en que nunca faltan los comentarios tópico-típicos, tradicionalmente conocidos como de ‘cuñado’, pero eso ya lo habrán deducido. Hoy por hoy, el término se ha convertido en una definición que explica con precisión tanto el ‘tono’, como ‘el tema’ y el grado de credibilidad y de paso, aunque no siempre sea así, el rango de parentela. Pero como esto último es meramente anecdótico y no tiene nada que ver con cuestiones de ‘antropología familiar’, me voy a centrar en lo sustancial, o lo que es lo mismo, ‘el cuñado interno’ que todos llevamos ahí, agazapado y los diferentes temas que manejan y que introducen a modo de sentencia o mejor dicho, titular de ‘red social’, que es donde se suele encontrar su mayor inspiración y a la vez, su mensaje goza de la más fiel y complacida audiencia.
Imaginen una primera toma de contacto post pandémica -¿se podrá decir algún día?- Sin esperar a la segunda botella o a los digestivos de una animada sobremesa, los presentes hablaríamos sobre las bondades de la maravillosa red vial por la que nos habríamos desplazado por el país hasta el lugar de encuentro, que sería justo aquí al lado. Seguidamente, no faltaría quien exclamase, que “esas autovías se habrían construido, con el dinero que España les había robado” y claro… sin que fuese Nochebuena, ya se habría liado una marimorena. ¿Hay acaso, algo más representativo para la cultura del ‘cuñadismo regional’, que un catalanista nacido en ‘Castilla la Vieja’?
O aquellos, que abducidos por el ‘espíritu’ de sus ‘tierras de acogida’ y disfrazando de ‘conciencia’ un probable complejo por su origen, se pasarían la velada culpando a ‘este’ de todos los males de la tierra y por inercia, si no se les frena, hasta te endosarían la culpa de la pandemia. Eso sí, cuando el tema se enrede y su discurso encuentre una oposición abierta en la mesa, se recurrirá sistemáticamente a la ‘equidistancia del cuñado’, que no es otra cosa que el comentario general de “que todo nacionalismo es peligroso”, pero poniendo al español, eso sí, en el ‘top de ranking’ de riesgo, para después, poder seguir endosando maldades y carencias, exclusivamente a la meseta.
odo tiene su lógica cuando se vive a rebufo de las subvenciones públicas destinadas a conseguir la cooficialidad de alguna de las lenguas de las, no sé si bien o mal, llamadas ‘periféricas’
Esa es una de las consecuencia de pasar, de manera radical, de percibir la ‘dulzaina’ y las ‘jotas’, como unas rancias manifestaciones de la España franquista de pandereta, a encontrar en una ‘gaita’ el sonido más placentero y en ‘una madreña’, la tecnología más puntera. Claro, que todo tiene su lógica cuando se vive a rebufo de las subvenciones públicas destinadas a conseguir la cooficialidad de alguna de las lenguas de las, no sé si bien o mal, llamadas ‘periféricas’.
Y es que los temas y términos en política, para el ‘cuñadismo’, son y serán siempre un filón: “Esto no es Venezuela”, “la corrupción es sólo cosa de la derecha”, “todos son iguales”, “derecho de autodeterminación”, “transversalidad”, “resiliencia”, “salimos más fuertes”, “bajar los impuestos beneficia a los ricos”, “no dejaremos a nadie atrás”, “Bildu no es ETA”… y esto último lo dirán con David Pla no solo en las fotos del partido, además en su presidencia.
En fin, que se hablaría de todo un poco en esa mesa, hasta que en un intento de bajar la tensión para pegarle un giro al asunto –uno ya no sabe qué es peor- se nos ocurriría sacar el tema estrella: el futbol. Entonces uno de los presentes, vistiendo la camiseta del Eibar, nos descifraría en un monólogo táctico-técnico, los misterios del balón pié, el tiki taka, el juego por las bandas y el por qué de la mala racha de ‘la Sego’ en La Albuera: Aquí, lo que os pasa, es que no tenéis ‘política de cantera’, a lo que algún ‘cuñado latente’, con la escopeta cargada, respondería: “Cantera no sé, pero política… política es lo que nos sobra en esta Tierra”.
