En vísperas de la fiesta de los DIFUNTOS, vemos que si la religión de halloween es extraña para la cultura europea, más sorprendente va a ser el día, ya cercano, en que la muerte se pueda vencer con el mundo digital. En un futuro próximo la inteligencia artificial nos ofrecerá un tipo de resurrección aparente que mitigará nuestros duelos por la muerte de un ser querido.
Aunque ya tiene algunos años, el primer capítulo de la segunda temporada de ‘Black Mirror’ sigue teniendo un gran valor pedagógico (Black Mirror se traduce literalmente como “Espejo Negro”, y según los creadores de la serie, el significado se encuentra en que cuando vemos nuestros aparatos electrónicos, ya sea, pantalla de computador, celular, televisión, etcétera, apagados o bloqueados ves simplemente eso, un espejo negro).
Para quienes no lo recuerden, lleva por título ‘Vuelvo enseguida’ (‘Be right back’) y describe la situación en la que una joven esposa embarazada (Martha) pierde a su marido (Ash) en un accidente. Una empresa especializada en Inteligencia Artificial (IA) ha desarrollado una tecnología que le permite recuperar, casi por completo, a su joven marido. Al principio, lo recupera para conversaciones que se realizan a través de los dispositivos móviles, con aplicaciones que usan la voz del fallecido. A medida que la empresa realiza innovaciones imaginarias, resulta que incorpora fotografías, imágenes y vídeos que estaban disponibles en las redes. Con ello construye para Martha un androide prácticamente idéntico a Ash y la joven esposa cree que, de esta forma, conseguirá superar el duelo.
No desvelo el final de capítulo ni los problemas emocionales que genera en la casa la presencia del androide blanco y sintético, con acceso restringido a la hija, niña que no pudo conocer físicamente a su padre real, pero que tiene acceso al androide que reproduce casi totalmente a su padre. Hay numerosas lecturas del capítulo y todas ellas relacionadas con la posibilidad de vencer la tristeza humana ante la muerte del padre con las ilimitadas posibilidades que parece tener el mundo digital. Hay una lectura primera relacionada con el carácter imaginario del capítulo y la serie, aquella que nos permite imaginar que un uso inteligente, humanista y servicial de la IA nos permitirá vencer a la muerte. Aunque no sea posible la resurrección de la carne, una empresa de IA hará posible la inmortalidad del alma e incluso me atrevo a decir “la resurrección de los muertos o la reanimación del cadáver” de nuestros difuntos.
Hay una segunda lectura puramente comercial relacionada con la posibilidad de gestionar la memoria de los seres difuntos. Se puede comenzar con las mascotas y terminar con seres humanos, se puede comenzar recogiendo toda la información disponible en las redes o en la nube y promover una rentable Tanatorobótica de nuestros queridos difuntos. Estas lecturas imaginativas y comerciales serán cada vez más habituales en una cultura donde la tecnología fascina y seduce peligrosamente desde edades tempranas. Una tecnología que, cuando la vemos aplicada en el mundo de los afectos, los sentimientos y las pasiones, descubrimos que funciona mal. La digitalización no nos garantiza discernimiento ni capacidad de juicio. Nos encontramos con el mundo de la mortal inteligencia natural, con las dudas, fragilidades, imperfecciones y vulnerabilidades de personas dependientes de la informática. Como Martha, echamos de menos las almas imperfectas, que dudan, se equivocan, piden perdón y dan gracias sin motivo alguno.
Esta aplicación de la técnica a experiencias tan sagradas como la separación y la muerte de un ser querido se está convirtiendo en una religión. Al igual que Halloween se ha convertido en un culto a los difuntos fuera de los cementerios, el mundo digital puede llegar a sustituir la resurrección en una experiencia artificial de la reanimación del cadáver de nuestros seres queridos.
Es curioso: la técnica está consiguiendo cambiar la experiencia religiosa del culto sagrado a los difuntos por la nostalgia de nuestros seres queridos mediante una apariencia artificial y sin alma de las facciones externas y corporales de nuestros queridos difuntos. El mundo digital nos hará más religiosos pero menos creyentes. Los lectores me perdonen: prefiero rezar por un ser querido que reside en el recuerdo de mi cariño que contemplarle revivido en un androide o en un ordenador.
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* Profesor emérito.
