Quien acudiera al Teatro Juan Bravo el viernes a ver la obra ‘Tamaño Familiar’, dirigida por Quino Falero y protagonizada por Ángel Ruiz, Camila Viyuela, Pepe Lorente y alguien que está empezando a ganar estatus de reina en el humor, Llum Barrera, seguro que en más de una ocasión se dirigió al oído de su acompañante a lo largo del espectáculo con ese típico y acusador “mira, como tú”. Y es que entre las diez ‘microobras’ que ayer representaron los cuatro actores era imposible no reconocerse —o reconocer a alguien cercano, que siempre es más fácil— en más de una de ellas.
Las cuestiones de familia, ya lo canta el grupo catalán Love of Lesbian, son “comunes por definición” y dejan “en tablas el rencor y el perdón”. Algunas, como la titulada ‘La oveja negra de mi familia’ o ‘La Tita Isabel’, invitaban inevitablemente a acordarse de ese hermano, primo o amigo al que parecen tenerle hecha la cruz en su propia casa, o a esa tía a la que cualquier reunión, boda o bautizo en la que hay una botella de alcohol de más, siempre termina afectando para vergüenza ajena de los presentes.
La ironía, presente en la mayor parte de los diez guiones, sacó también a relucir cuestiones políticas como la corrupción, el nacionalismo catalán, o el nacimiento de nuevos partidos, además de dejar constancia de temas sociales como el amor entre personas del mismo sexo, el deseo de parte de la iglesia de vivir y sentir como los pastores anglicanos, o las disputas entre hermanos por una herencia. Siempre, tratadas desde un extremo del humor que, nos guste o no, en muchas situaciones de la vida real se alcanza. Y es que ya lo dijo alguien, la realidad muchas veces supera a la ficción.
En general, las obras transcurrieron entre sonrisas, risillas nerviosas y carcajadas de los cerca de tres centenares de espectadores que acudieron al teatro aunque, si hubo dos que hicieron aumentar el ‘risómetro’ fueron la desternillante ‘Meeting Point’ y ‘Mari Carmen’, que acentuó, con exageración rusa, los aplausos a Llum Barrera. Mientras la primera supuso ese guión del que nadie —en el papel de madre, de padre, de hija o de novio de la hija— puede escapar, la segunda dejó manifiesto el alto nivel de interpretación de los actores, y en especial, de Llum Barrera.
En ocasiones acompañados por proyecciones que completaban las obras y en otras prácticamente al desnudo —literal—, los diez guiones fueron pasando por las tablas del Teatro Juan Bravo hasta que el ‘Adiós’ a un abuelo con complejo de juventud puso punto y final a una tarde tan cómica como la propia vida. Y si alguien no salió convencido de esto, que se prepare; que vienen las navidades.
