En el ocaso de sus carreras militares o en su bien ganada jubilación, los oficiales de artillería que en 1969 iniciaron su vida profesional en las Fuerzas Armadas tras su paso por la Academia de Artillería regresaron ayer al antiguo convento de San Francisco para conmemorar el cuarenta aniversario de la 257 promoción del arma.
El acto castrense estuvo presidido por el teniente general Cayetano Miró Valls, jefe del Cuartel General del Componente Terrestre de la OTAN en Madrid, al que acompañaron cerca de una treintena de sus compañeros de armas.
Tras recibir los honores de ordenanza, los oficiales de la 257 promoción fueron saludados por el general director de la Academia de Artillería, Ricardo Sotomayor Sáiz, que destacó que este acto sirve para “recargar vuestras pilas espirituales que continuarán alimentando vueestras almas en aquellos momentos donde elánimo pueda flaquear”. Asimismo, señalo que la promoción “imparte una lección práctica de lo que significa ser artillero” a los actuales alumnos del centro de enseñanza militar.
Posteriormente el teniente general Miró tomó la palabra para realizar una completa y resumida historia de los avatares de esta promoción artillera, que llegaron a las las Fuerzas Armadas “en un ambiente tan mutante como inquietante en cada tramo”.
En este sentido, recordó que “para llegar a hoy hemos pasado por cinco planes de modernización del ejército, dos reales ordenanzas, la supresión del servicio militar obligatorio o el ingreso en la estructura militar de la OTAN”.
La intervención del teniente general Miró dió paso al último beso al estandarte de los veteranos artilleros —entre quienes se encontraba el ex-director de la Academia de Artillería José María Santos González—, para posteriormente realizar un emotivo homenaje a los compañeros de promoción fallecidos con el toque de oración, depositando una corona en la lápida de homenaje a los caídos.
