El luto nacional tiñó ayer las calles de EEUU. Y es que un día después de la matanza perpetrada por el joven Adam Lanza en un centro educativo de Newtown, Connecticut, las imágenes de la masacre siguen muy presentes en las mente de todos los norteamericanos.
Una vez más, esta tragedia reabre un debate que siempre ha estado muy presente en este país: el uso de las armas. Y es que no es la primera barbarie de este tipo que asola EEUU ni el único suceso del año: ya hubo 12 muertos cuando un joven perturbado arrancó a tiros en un cine en Aurora, Colorado, en julio y siete más, dos semanas después, ante un templo Sikh en Wisconsin. A ello se unen históricos dramas como el tiroteo en el instituto Columbine en 1999, que dejó 12 fallecidos, o el desastre de la universidad politécnica de Virginia ocho años más tarde, en la que un estudiante acabó con la vida de 32 personas.
Numéricamente, la de Newtown sería el segundo peor suceso de este tipo en Norteamérica. Pero la corta edad de las víctimas, entre cinco y diez años, hace que la nueva desgracia adquiera un tinte trágico mayor aún.
Con todo, la pregunta que vuelve a surgir cuando aún nadie se ha recuperado del impacto sigue sin tener una respuesta clara: ¿Conseguirá esta nueva tragedia que EEUU afronte un auténtico debate sobre el control de armas? El tema ha sido hasta ahora un tabú en un país que tiene consagrado en su Constitución el «derecho a portar armamento». Para muchos, especialmente entre los más conservadores, hablar de cualquier tipo de control es atacar uno de los valores más sagrados del país: la libertad de los individuos.
Pero la magnitud del desastre, unida al hecho de que el presidente Barack Obama ya ha logrado su reelección y no tendrá que afrontar otra desgastante campaña, podrían jugar a favor de los que piden con urgencia una discusión.
Por el momento, sin embargo, esto seguirá siendo una de las grandes incógnitas de la fatídica jornada del pasado viernes.
Obama hizo una tímida alusión en su alocución. «Como país hemos pasado por esto demasiadas veces, tenemos que unirnos y realizar una acción significativa para evitar nuevas tragedias, independientemente de la política», señaló, sin llegar a especificar si se refería concretamente a algún tipo de control de armas o a otra medida. De hecho su portavoz, Jay Carney, había zanjado ya cualquier pregunta al respecto afirmando que era demasiado pronto para hablar de política. «Habrá un momento para realizar los típicos debates, pero no creo que hoy sea el día indicado», sentenció.
Pero las presiones a favor de la controversia llegaron nada más conocerse la magnitud de la noticia. Uno de los más explícitos fue el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, quien es, además, uno de los más arduos defensores de mayores controles de armas. «El país necesita que Obama envíe una ley al Congreso para arreglar este problema. No basta con reclamar una acción significativa, precisamos algo inmediato», aseguró.
La respuesta republicana, o más bien el mayoritario silencio desde sus filas sobre este tema, daban a entender, sin embargo, que hará falta algo más que valor para siquiera reabrir el debate.
No obstante, ante los hechos, la Policía inició, en el mismo momento del suceso, una investigación que ya ha dado los primeros resultados. «Los estudios en el escenario del crimen han producido pruebas que sugieren que nuestros detectives van a poder utilizarlas para rehacer lo ocurrido de forma completa y saber cómo y por qué, ha sucedido esto», señalaron desde la institución.
Por su parte, el teniente Paul Vance reveló que el asesino entró por la fuerza en el centro pese a que no le habían permitido el paso.
Además, ayer se trasladaron todos los cuerpos al instituto forense para realizar sus autopsias.
