Muchos eran los temas a los que había que prestar atención en Segovia en los años 90, como el AVE, la circunvalación, la autopista a San Rafael, la ampliación del hospital, el parador de turismo de La Granja, la oposición a la construcción de una cárcel, la creación de un campus universitario, los diversos asuntos de interés para todas las ciudades Patrimonio de la Humanidad… pero también en ocasiones surgían algunos problemas puntuales como cuando quisieron suprimir la Escuela de Magisterio de Segovia.
En lo referente a la Escuela de Magisterio, diversas manifestaciones públicas por parte de ciertas autoridades académicas mostraban que había intención de cerrarla y trasladarla a Tres Cantos, lo que encendió rápidamente todas las alarmas. Como es natural y fácilmente comprensible, en Segovia no estábamos de acuerdo, y entendí que mi obligación como diputado era intervenir para tratar de evitar que se la llevaran. Por eso, después de hablar largo y tendido con algunos de los profesores más significativos de la Escuela, pedí la comparecencia del Secretario de Estado de Universidades e Investigación, Sr. Rojo Alaminos, para que respondiera “Sobre las declaraciones del Vicerrector de la Universidad Autónoma de Madrid que, en visita informativa a Segovia, afirmó que la creación de un centro de Formación de Profesores en Cantoblanco (Madrid) es un proyecto firme que supone la supresión de la Escuela de Magisterio de Segovia”. Esta comparecencia, de la que luego hablaré, se produjo el 24 de abril de1990 y se puede ver completa en el Diario de Sesiones del Congreso.
A raíz de mis conversaciones con los profesores del centro, tuve algunas intervenciones públicas en la prensa local al respecto, y conseguimos, con la inestimable y valiosa ayuda de los catedráticos Jesús Nieto Díez y Antonio Ochoa Linares, que se creara un estado de opinión en la ciudad en defensa de la Escuela. Estos profesores cogieron el toro por los cuernos y se dedicaron a difundir por toda Segovia el atropello que desde la universidad Autónoma estaban dispuestos a hacer con la Escuela. Se entrevistaron con muchas asociaciones segovianas a las que pidieron apoyo público mediante la remisión de escritos a los medios de comunicación, cosa que hicieron parte de ellos. Fue, sin duda, una labor encomiable y fundamental que la Escuela no debería olvidar.
Pero antes de continuar, debo manifestar que sólo había una pequeña excepción en la defensa de su permanencia que me encargué de neutralizar, y se trataba de una parte del equipo directivo de la propia Escuela, que no defendía los intereses del centro sino sus propios intereses como profesores, legítimos por otra parte, bien porque preferían ir a Madrid o por halago de ascenso.
En una entrevista que me hizo Alfredo Matesanz en la SER, después de hacerme algunas preguntas sobre el tema, a las que respondí con sinceridad, y estando yo aún sentado ante el micrófono, llamó por teléfono al director de la Escuela, José Luis Mora García, para que entrara también en directo. Le hizo algunas preguntas, y después de escuchar atentamente sus argumentos, le pregunté: Sr Director, ¿podría decirnos qué votó usted en la reciente Junta de Escuela donde se ha presentado la siguiente moción: “Que los estudios de Magisterio de Segovia permanezcan en Segovia y no se ubiquen en el Campus de Cantoblanco”? A lo que él respondió: “voté que NO”. Inmediatamente le interrumpí y le dije: “usted lo que tiene que hacer es dimitir”. Y seguí argumentando que un director que lo que quiere es que desaparezca el Centro que dirige, no merece continuar en el cargo. La verdad es que siempre entendí que mi obligación en defensa de Segovia era actuar con firmeza en todos los campos, en todas las situaciones y con todas las personas.
Pero no contento con el desarrollo de los acontecimientos, el Director volvió a convocar otra Junta de Escuela en la que sometía a votación el mismo tema, pero redactada la moción de una forma sibilina tal, que el resultado que se produjera, tanto fuera SÍ como NO podría interpretarse a gusto del consumidor. Sin embargo, los profesores dieron la vuelta al tema de una manera inteligente y se ratificaron por mayoría absoluta en la defensa de la permanencia en Segovia de la Escuela de Magisterio.
Pero vayamos a la pequeña historia de esta situación. En la comisión de Educación y Cultura de 24 de abril de 1990, empecé haciendo un breve relato de los acontecimientos y de las diferentes declaraciones respecto a la Escuela de Magisterio de Segovia, para hacer seguidamente una serie de preguntas al secretario de Estado, Sr. Rojo.
Manifesté que la Escuela de Magisterio de Segovia, con su siglo y medio de existencia, era una de las escuelas con más tradición en España. Y ante diversas declaraciones sobre su desaparición (entre ellas las de Cayetano López Martínez, Rector de la Universidad Autónoma de Madrid a la que pertenecía la Escuela), un grupo de profesores promovió una reunión de la Junta de Escuela para tomar postura sobre la presunta supresión. Tras un animado debate llegaron por mayoría absoluta al siguiente acuerdo: “Que los estudios de Magisterio de Segovia permanezcan en Segovia y no se ubiquen en el campus de Cantoblanco”. Por supuesto los segovianos apoyábamos sin fisuras esta postura para que dicho centro universitario continuase en Segovia y no desapareciera como y ya había pasado con la Escuela de Enfermería, ante la pasividad de los responsables políticos.
También recordé que con posterioridad al acuerdo tomado por la Junta de Escuela, el Rector de la Universidad Autónoma encargó expresamente al Vicerrector, Moisés García, que viniese a Segovia a ratificar que el proyecto de creación de un centro de formación de profesores en Cantoblanco era un proyecto firme que suponía “inexorablemente” la supresión de la Escuela de Magisterio de Segovia, que se integraría en aquel. Una inusual demostración de fuerza que nos desagradó profundamente y que confirmó nuestra radical oposición, no sólo a que se llevaran la Escuela de Segovia, sino también a no dejarnos pisotear sin ninguna razón y sin ningún tipo de diálogo. Pero lo más desagradable fue su afirmación de que si los profesores mantenían la postura contraria al traslado de la Escuela, ésta tendría que negociar su adscripción a otra universidad. Nos pareció intolerable.
El hecho es que después de esta amenaza, varios profesores se pusieron en contacto de nuevo conmigo y fruto de esa reunión hice públicas unas manifestaciones al respecto, afirmando que iba a llamar a comparecencia al ministro para que valorase las impresentables declaraciones del Vicerrector. Yo sabía que para el ministro, no era plato de gusto verse inmiscuido en semejante controversia. Y no sé si fue debido a esas declaraciones o a otras causas, pero la realidad es que el Rector cambió absolutamente el discurso respecto a las manifestaciones del Vicerrector.
Después, -sigo diciendo al Secretario de Estado en su comparecencia ante la comisión-, se sucedieron una larga serie de manifestaciones diversas donde no se sabía qué parte era debida al pánico por la oleada de protestas en defensa de la Escuela de Magisterio y qué parte era debida a la buena voluntad del Rector. Lo cierto era que, de repente, el Rector había manifestado que la Autónoma no solo quería seguir vinculada a Segovia, sino aumentar la oferta docente; y yendo más lejos todavía, dijo que había que empezar a debatir sobre qué posibles estudios serían interesantes para Segovia, porque podrían venir en plazo breve. Como yo no salía de mi asombro por aquellas manifestaciones, una de las preguntas que le hice al secretario de Estado era si podía decirnos cual era el proyecto que la Autónoma tenía para Segovia.
Era muy consciente de que el Secretario de Estado echaría balones fuera, pero lo que me interesaba era que la Autónoma diera marcha atrás a su proyecto. Efectivamente, en su réplica echó mano de la Ley de Reforma Universitaria para hablar de las competencias de la Universidad y del Gobierno en la materia. Explicó que la supresión de centros tiene el mismo trámite, pero a la inversa, que la creación. Crear o suprimir un centro se hace a propuesta del consejo social de cada universidad. Dicho esto, seguidamente hizo una serie de consideraciones de tipo general.
Le respondí que aunque fuera competencia del Rector, lo que en Segovia queríamos saber era la postura clara del Ministerio de Educación y Ciencia al respecto. También le discutí las cifras de estudiantes matriculados que daba y se las rebatí con las mías. Manifesté que no quería inmiscuirme en la autonomía universitaria, pero según el Rector, el futuro de la Escuela de Magisterio de Segovia dependía de la reorganización docente de los centros de la Autónoma, que a su vez tenía que ver con la puesta en marcha de nuevas titulaciones y la reagrupación de otras. Por eso no comprendíamos el motivo por el que se había avanzado en la desaparición de la Escuela de Magisterio de Segovia; y todavía era más difícil de entender, a la vista del borrador de anteproyecto para la creación de la Escuela Superior de Profesorado de la Universidad de Valladolid donde se afirmaba que Segovia habría de incorporarse a esta Universidad. Por eso también quería saber cuál era la postura del ministerio de Educación al respecto.
Para finalizar, subrayé que no había ninguna duda de que el Ministerio de Educación y Cultura tenía competencias para resolver la complicada situación de Segovia, donde el Colegio Universitario Domingo de Soto pertenecía a la Complutense, la Escuela de Magisterio a la Autónoma, la U.N.E.D. era de ámbito nacional, la Escuela de Graduados Sociales dependía de Salamanca, algunos institutos de enseñanza media en la zona de Cuéllar pertenecían a Valladolid… Y terminé diciendo que deducía que la Escuela de Magisterio no se iría de Segovia, porque si la supresión tiene el mismo trámite que la creación y no habíamos recibido ninguna comunicación al respecto, había que entender que la Escuela de Magisterio continuaría en Segovia. Como es fácilmente comprensible, esto lo dije para forzar una contestación.
En la réplica, el secretario de Estado vuelve a repetir que el Ministerio solo tomará una postura si se cumplen las previsiones al respecto, porque ahora no era el momento de tomarla ya que no había ningún informe del Consejo de Universidades. ¡Esto es lo que los segovianos queríamos oír!
Pero aún quedaba la contestación a mi última pregunta, lo que se produjo al final de su intervención: “Respecto a la última afirmación en relación a si de mis palabras se deduce que la Escuela de Profesorado de Enseñanza General Básica de Segovia va a continuar, por todas las noticias que tenemos hasta el momento la respuesta clarísima es que sin duda, puesto que nadie nos había dicho lo contrario”.
¡Habíamos ganado el debate!
Post scriptum: Esta desdichada y complicada situación fue una ocasión más para sacar nuestra vena comunera. Me comentaron que el Secretario de Estado dijo a su equipo del ministerio: “No toquéis más ese asunto porque los segovianos no os dejarán en paz y os volverán locos”. Y también uno de los profesores me dijo que había llegado a sus oídos que ante la polvareda que habíamos armado con este tema, el mismo Felipe González había llamado al Rector, Cayetano López, para decirle que dejara las cosas como estaban, que bastantes quebraderos de cabeza le estaban produciendo. Estas cosas pasan por ignorar que “quien madruga para engañar a un segoviano pierde la mañana”.
