Señora directora:
La polémica estatua del dichoso diablillo ubicada en lo alto de la calle San Juan no es del agrado de una gran mayoría de Segovianos, pues además de ser “horrible”, es de mal gusto y vergüenza, y está creando controversias entre los ciudadanos, llegando a enojar incluso a personas ajenas a Segovia.
Pero señores, seamos serios, educados, respetuosos y civilizados hacia este “quizás” buen escultor; claro que, sin conocimiento de causa, sin querer estamos haciéndole un gran favor poniéndole a caer de un burro montado por el diablo. Así que, creo que estamos juzgando mal a este artista sin conocimiento de causa, que más de uno habrá comentado que en lugar de ponerlo en la calle San Juan, lo hubiera puesto en La Piedad.
Por otro lado, no sé si se han dado cuenta que queriendo o sin querer, entre todos estamos facilitando buena fama y popularidad que a lo mejor esté agradecido y contento por nuestra opinión y publicidad.
Hay que tener presente la buena predisposición de este señor, pues también se debe reconocer que tiene su mérito. ¿O no?
El autor y escultor D. José Antonio Abella ha calificado la estatua como “una caricatura del diablo que si a alguien ha de ofender esta estatua es al propio diablo”.
La escultura del diablo mide más de metro y medio de altura, el objetivo, según explicaciones de la concejalía de Patrimonio, es atraer turistas y visitantes hacia el centro histórico con el fin de hacerse fotografías con el fondo del Acueducto e imitando al diablo con los selfies como él, aunque, seamos sinceros que otro de los puntos positivos hacia la ciudad se descongestionaría la calle Real, pues habrá turistas que se desvíen para ver la estatua. Hay veces, la mayoría, que la calle real es intransitable, sobre todo por las mañanas con las furgonetas de los repartidores, aunque ellos, también tienen lo suyo no pudiendo aparcar para dejar los paquetes y envíos que deben repartir diariamente.
Dejemos atrás el popular refrán de: “Cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas”. Quiere decir que critica a quien pierde el tiempo o lo derrocha en cosas tontas yvanas, aunque para mí no es de recibo aplicarlo en este caso.
José María Rico Santamaría