El fútbol nunca superará el eterno debate acerca de la forma de llegar a las victorias, porque cada aficionado tiene su propia opinión, que suele ir acorde con la forma de jugar de su equipo, siempre que gane. Pero, más allá de si hay que llegar a los triunfos a través de la posesión, o de que si es mejor hacerlo en la búsqueda de los espacios que deja el rival que trata de atacar (lo que ha venido siendo jugar al contragolpe de toda la vida), lo cierto es que, en ocasiones, el debate se diluye y deja paso a la realidad del fútbol, en este caso del de Segunda B. Y ésta se mostró cruel para la Segoviana, que ha pasado de la liga de los pueblos que es la Tercera División, al infierno de una categoría que siempre ha renegado del romanticismo, y aceptado la doctrina del ‘gana el que menos errores cometa’.
La Segoviana cometió varios errores en el encuentro frente al Adarve, errores que comenzaron siete días antes en los Anexos al Estadio José Zorrilla, cuando Borja Plaza y Alberto Leira, dos futbolistas que hubieran sido imprescindibles en el encuentro de ayer, fueron expulsados, obligando a Abraham a hacer un encaje de bolillos con la alineación, que acabó pasando factura, porque entre sancionados y lesionados, en el banquillo azulgrana se sentaron cinco jugadores juveniles.
DEFENSA AL HOMBRE
El segundo de los errores vino provocado por el sorprendente esquema de juego del Adarve, cuyo entrenador colocó a uno de sus centrocampistas, More, haciendo un marcaje individual a Fernán, porque durante la primera parte ni el azulgrana entendió lo que debía hacer para sacudirse ese marcaje, ni Abraham logró hacérselo ver hasta el segundo tiempo. Resultado, diez para diez, con la Segoviana maniatada de manera casi total en ataque, y recibiendo contras cada vez más peligrosas de un rival que no hacía otra cosa que presionar como fuera la salida del balón gimnástica, tratando de aprovechar el contraataque, su buen trabajo a balón parado, y los nervios de un rival que en lugar de entender el rasero arbitral y adaptarse a él, se dedicó a protestar, con no poca razón, pero esa no era la batalla.
Sin apenas juego en la zona ancha del campo, a pesar de la inmensa ayuda que los centrocampistas gimnásticos recibieron tanto de Asier como de Álex Alonso en los laterales, el juego local no fue peligroso en prácticamente ningún caso, salvo un remate desde la frontal de Álex Alonso que el portero Parras despejó en lugar de detener. Fue la única ocasión azulgrana del primer tiempo, por cuatro claras que dispuso el Adarve, con Pablo dando cumplida respuesta a los lanzamientos de Iván Mateo, Garci, y Nicho. Pero el portero ya no pudo hacer nada cuando, en la última acción de la primera parte, Juanma aprovechó un error colectivo local a la salida de un córner para cabecear en el segundo palo el 0-1 que le sirvió en bandeja Héctor Gómez.
La Segoviana que salió al campo tras el descanso tuvo poco que ver con la de la primera parte. Con mucha más actitud en los futbolistas, y las ideas más claras, el conjunto segoviano jugó mejor la pelota y fue paulatinamente obligando a su rival a ceder metros, lo que impidió que sus contras fueran peligrosas, más allá de una en el primer minuto de la reanudación que Garci envió fuera.
MÁS JUEGO, MÁS OCASIONES
Rubén cogió más peso en la salida del balón, y ese hecho vino a dar mucha velocidad al juego ofensivo azulgrana, que en seis minutos generó más ocasiones de gol que en toda la primera parte, con dos lanzamientos de Calleja que no estuvieron lejos del gol, y otro de Álex Alonso que sacó la defensa, amén de un control defectuoso de Fernán en zona de remate, en la única acción en la que fue capaz de desembarazarse de More, aunque la más clara hasta el ecuador de la segunda mitad fue un lanzamiento a la cruceta de Asier, de los pocos que entendió lo que le pedía el partido en cada momento.
La lesión de Dani Calleja puso en el campo a Guille Duque, y el canterano demostró que se merece cada minuto que está en el campo, poniendo calidad, y también fuerza, en un choque que requería tanto lo uno como lo otro. Pero un contragolpe del Adarve que acabó con una vaselina de Fran Garci que se marchó desviada atemperó los ánimos de los gimnásticos, que cogieron aire hasta que la entrada de Gómez, acompañando en la punta del ataque a un Ayrton que cada vez es más intrascendente en los partidos, volvió a revolucionar el encuentro en su tramo final, algo extraordinariamente necesario porque el Adarve había conseguido dormir el choque a base de esas triquiñuelas del fútbol que tanto aplaudes cuando ganas, y tanto molestan cuando pierdes.
Así, a seis minutos para el noventa, Gómez apretó al central Juanma por un balón que Chema había enviado lejos de sus dominios, forzando al jugador del Adarve hasta que éste resbaló y cayó al suelo, dejando al delantero gimnástico en un mano a mano con Parra que resolvió de manera magistral.
El 1-1 metió el partido en la locura, con la Segoviana buscando el gol de la victoria con todo lo que tenía, y sin fijarse en que el Adarve esperaba con el colmillo retorcido una opción a la contra, que no llegaba porque Chema y Anel estaban muy en su sitio.
UNA ENTRADA SALVAJE QUE TUVO PREMIO
Ya en la prolongación llegó la jugada que decidió el encuentro, cuando en un contragolpe madrileño, Anel derribó a un rival en una acción que hubiera supuesto la segunda amarilla para el central gimnástico. El árbitro dejó seguir, y vio (porque lo vio) cómo a Jacobo se le iba el balón largo, y se lanzaba con los tacos por delante para derribar a Pablo, al que dejó literalmente cojo. Caparrós Hernández decidió en décimas de segundo ‘pasar’ de la amarilla al central de la Segoviana, y mostrársela al jugador del Adarve, cuando lo justo hubiera sido la roja directa a Jacobo, y la amonestación para Anel. Dos minutos después, Jacobo se encontró con un balón suelto al borde del área, y lo empalmó directamente a la escuadra. El fútbol premió al equipo que jugó a no perder, y concedió ‘el Gordo’ al jugador que lesionó a un rival sabiendo que con su acción iba a hacer daño. La Segoviana, golpeada y vencida en este encuentro, tiene ahora tres semanas para rehacerse. El infierno de la Segunda B le espera en la segunda vuelta.
